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"EL MEJOR CIUDADANO". El Mundo

Reflexionaba Mario Onaindia en su libro "El Laberinto Vasco" sobre la necesidad de que este país lo construyamos entre todos. "La única disyuntiva" - decía - "es hacerlo entre todos o hacerlo una parte contra otra". Este pensamiento de Mario me ha acompañado desde que lo leí y explica mejor que nada cuál ha sido la trayectoria política y personal del compañero fallecido. De Mario se podrían decir muchas cosas, pero sobre todo que era una buenísima persona, un luchador incansable por la Libertad y la Autonomía del País Vasco, siendo uno de los padres del Estatuto de Gernika. Mario no es que sea ya patrimonio de todos los vascos ó que forme parte de la historia de este país, es que él ha hecho la HISTORIA de este país.
Con Mario no sólo era posible comentar las noticias de ayer ó de hoy, sino también las de pasado mañana. Esa visión de futuro, esa preocupación por mejorar la convivencia, es lo que le hacía tan sugerente. Escuchar a Mario era dejarse llevar a dar largos paseos en el tiempo, por la tragedia griega, por la democracia ateniense, la ciudadanía republicana francesa e inglesa, etc., y en el espacio, por la metafísica de Oteiza, por sus vacíos estéticos. Pero Mario, el guía devorador de libros, el infatigable lector, nos servía para estar al día de lo que se cuece en el mundo de las ideas de la izquierda a nivel mundial. Tumbaba mitos, deshacía entuertos, daba por estériles algunas disquisiciones teóricas, y en un caminar hacia atrás en la historia nos abría la perspectiva de futuro, resumía lo que estaban discutiendo en otros países, en resumen, nos daba el aire fresco necesario para sobrevivir en esta enrocada sociedad vasca en la que vivimos.
Recuerdo su ausencia en el acto que celebramos los Socialistas Vascos para conmemorar el proceso de convergencia con Euskadiko Ezkerra, del que él fue uno de los principales impulsores. El largo pulso que sostenía con su enfermedad le impidió estar presente, tal como hubiera sido su deseo, pero las palabras que nos hizo llegar hablaban de ese espíritu de pacto y de acuerdo que ha caracterizado su trayectoria personal. Cuando la convivencia entre los vascos tomaba su peor cariz, apuntaba siempre vías de solución democráticas, ajustadas a las reglas y leyes de la democracia. Mario era honesto, rebelde, crítico con las malas ideas, de esas personas que toman siempre partido por la libertad, que no se refugian en la equidistancia, que no creen en el fin de la historia, ni en su determinismo y a quienes, sobre todo, pone malos el victimismo, el que alguien no pase sus ideas por el tamiz de los principios democráticos.
Un ciudadano vasco que siempre tuvo el compromiso de buscar la libertad para todos, y para ello no dudó en denunciar a los que la niegan. Nunca esperó a que se lo dieran hecho, nunca se achantó por lo difícil del camino, ni por tener que pagar un precio por ello.
A mí, tal vez sólo me correspondería decir que ha sido un gran socialista vasco, pero, en realidad era mucho más, por eso puedo decir que el mundo ha perdido a uno de sus mejores ciudadanos.

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