Actividad Parlamentaria

Parlamento Vasco

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"LA EUSKADI DEL FUTURO". Conferencia Universidad Carlos III

Buenas tardes:
En primer lugar quiero agradecer muy sinceramente la invitación que se me ha hecho para poder trasladar, en esta prestigiosa Universidad, la visión que los socialistas vascos tenemos de lo que sucede en Euskadi. Es muy de agradecer que esto se produzca cuando las imágenes del País Vasco se trasladan, exclusivamente a través de los grandes brochazos que aparecen en los medios de comunicación, y cuando, seguramente, lo que se necesite sea un pincel mucho más fino para no equivocarnos, ni en el diagnóstico ni en la interpretación del mismo.
Porque es evidente que una intervención sobre el País Vasco puede abordarse desde muchas perspectivas y muchos puntos de vista, pero, seguramente, todos ellos necesitarían empezar por un intento de hacer un diagnostico sobre la situación que vivimos en estos momentos. Y digo intentar, porque está claro que los políticos de Euskadi somos, incluso, incapaces de hacer ese diagnostico común, compartido, con matices, que pudieran enriquecerlo, pero compartido en lo básico. Cosa que, por cierto, sería fundamental para poder avanzar en otras cosas.
Así que, a falta de esa descripción consensuada, me corresponde hacer la que es evidente para los socialistas vascos.
Y tengo que empezar por decir que, desgraciadamente, en el País Vasco, una apariencia de democracia viva y vigente esconde que, en la práctica, para una buena parte de la sociedad no hay derecho a la vida, ni a la libertad, ni a la integridad física, ni a expresarse libremente, ni a la participación política, .... Porque todos estos derechos y libertades nos son negados de facto por la intolerancia y el fascismo de ETA y su entorno radical que hacen que en Euskadi se disfrute de una democracia aparente, pero no real ni plena.
Hay políticos, jueces y fiscales, periodistas, profesores, fuerzas y cuerpos de seguridad, empresarios, ....que están amenazados, que estamos amenazados y que tienen que ir escoltados en un país que no puede ocultarse bajo un manto de normalidad.
Y esto hace que nuestro problema no sea, como quieren hacernos creer los nacionalistas, que no podamos decidir nuestro futuro, lo llevamos haciendo desde que se instauró la democracia. Nuestro principal problema, el Problema con mayúsculas sigue siendo el de la falta de libertad que padece una gran parte de la sociedad vasca, porque ETA sigue atentando contra los pilares fundamentales que sostienen cualquier sociedad que quiera seguir llamándose democrática: el principio de representación popular, la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, la de prensa.
El terrorismo impide que se den las condiciones de igualdad política y de normalidad que son fundamentales para que se produzca un auténtico debate democrático.
ETA es el enemigo del país y el país debiera reaccionar unido contra ETA para salvaguardar su futuro. Y lo que se impone es reaccionar con el único patriotismo que, a nuestro juicio, merece la pena: el patriotismo democrático. Porque en Euskadi hay que seguir defendiendo la democracia, la democracia que garantiza derechos y libertades que son indivisibles. Porque, o son de todos o no los tiene nadie: Si unos no pueden moverse en libertad, otros estarán en libertad vigilada porque del totalitarismo nadie puede escapar.
Por lo tanto, debiéramos tener meridianamente claro que el principal objetivo en el País vasco, la prioridad absoluta, a la que tienen que estar subordinadas todas las demás, es la lucha por la libertad, la defensa de la democracia plena y el combate a ETA y al mundo que la acompaña y le ampara.
Y, en este sentido, es necesario insistir, para instalar una primera idea básica, ya que lo contrario y hay quien lo pretende así, nos llevaría a la más absoluta desesperanza. Porque es cierto que en la historia de ETA, nunca, la banda terrorista, había aterrorizado a tanta gente, nunca gente tan diversa se había sentido intimidada y con miedo como en la actualidad, pero nunca tampoco, su poder objetivo había sido tan pequeño, nunca había estado tan débil, nunca se les había detenido con tanta facilidad (lo que no quiere decir que no tengan posibilidad de cometer atentados, desgraciadamente matar es muy fácil y lo intentarán).
Pero, lo que quería decir es que la sociedad vasca y la sociedad española tienen que creer, tienen que saber, se tiene que instalar la idea entre nosotros, de que se puede derrotar y acabar con ETA. Que va a tener un final real y tangible y que lo vamos a conseguir.
Y se puede acabar con eficacia policial, con colaboración internacional, con complicidad entre los Gobiernos Vasco y español, con unidad democrática. Y hay que hacerlo combatiéndola desde todos los frentes posibles, el policial y el judicial, que son evidentes, pero también el político y el social. Lo contrario, y desgraciadamente es lo que hacen algunos nacionalistas, es un intento de salvaguardar la legitimidad de los objetivos políticos planteados por la banda terrorista, porque coinciden, en demasiadas ocasiones con los suyos.
Por eso, durante un tiempo, los socialistas pedimos al nacionalismo vasco democrático, que, mientras existiera ETA, pusieran, antes y por delante, la necesidad de defender la libertad y acabar con el terrorismo que sus pretensiones, simultáneas, de conseguir sus objetivos políticos particulares, porque, quisieran o no, alimentaban el argumentario de radicales y violentos.
Es evidente que no tuvimos ningún éxito con nuestra propuesta, hecha con la mejor de las intenciones. No le vamos a pedir a un nacionalista que deje de serlo, tampoco admitiríamos que se nos pidiese a nosotros que dejáramos de ser socialistas, sino que aparcarán sus aspiraciones máximas en aras a buscar entendimientos en lo fundamental. Porque, para nosotros es fundamental la unidad democrática en el combate al terrorismo y por eso pretendíamos implicar a los nacionalistas al cien por cien. Porque no basta, y eso si que lo hemos hecho, acordar medidas para mejorar la protección y la seguridad de los amenazados, no basta con la solidaridad del momento, la palmada en la espalda después de un atentado.
Es, absolutamente necesario, que existan políticas compartidas, como existieron durante la vigencia del Pacto de Ajuriaenea, que fuéramos capaces de transmitir a la sociedad vasca que estamos todos juntos en esto y que cuentan con unos partidos y con unos responsables políticos capaces de liderar el combate a ETA.
Pero decía que no hemos tenido éxito en nuestra intención de que se pusiera este combate a ETA y esta defensa de la libertad por encima de intereses particulares, porque hoy en día, como todos conocéis, lo que hay encima de la mesa, no es precisamente la unidad democrática, sino que lo que centra nuestra actividad política, nuestro debate, es una propuesta rupturista, soberanista, conocida como la propuesta Ibarretxe, que es evidente que no aparca sus pretensiones nacionalistas, sino que las ha acentuado, y que aleja las posibilidades de acercamiento.
Es verdad que una cosa es de agradecer, por primera vez el nacionalismo vasco sale de su ambigüedad histórica y nos clarifica sus pretensiones, poniendo negro sobre blanco lo que quieren.
Y lo que quieren no difiere mucho de lo que siempre han esgrimido, casi como amenaza recurrente, en sus mítines de fin de semana. Porque, es evidente, y esto quiero recordarlo, que el PNV es el único partido democrático que nunca ha renunciado a ninguna de sus aspiraciones partidarias. Todos los partidos en la transición, al elaborar la Constitución o el Estatuto, al decidir que por encima de intereses particulares era necesario buscar consensos que definieran e hicieran posible un futuro común para todos los españoles, tuvimos que renunciar a algunas de nuestras pretensiones máximas, excepto los nacionalistas vascos.
En todos esos acuerdos, en todas esas etapas, en todas esas normas, siempre aparece un artículo, una disposición adicional, una reserva hecha por los nacionalistas para preservar sus aspiraciones.
Y eso que estaba latente, más o menos dormido, que les servía para amenazar de vez en cuando, aparece con claridad por primera vez en el Pacto de Lizarra, en el que todos los nacionalistas de PNV, EA y Batasuna, junto con Izquierda Unida, acuerdan excluir de cualquier pacto de gobernabilidad en las instituciones vascas a los partidos de ámbito estatal; poner en marcha una estructura que recogiera en su seno al conjunto de lo que ellos llaman Euskalherria, es decir: Euskadi, Navarra y el País Vasco Francés, y pusieron en marcha UDALBILTZA, como Asamblea de Electos Vascos; y, como tercera pata del acuerdo, avanzar hacia la autodeterminación.
Esto quiebra cuando se rompe la tregua de ETA, pero los nacionalistas ya estaban decididos a seguir por esta vía. Por eso, seguramente, en las Elecciones Autonómicas últimas, del 13 de Mayo, por primera vez, el PNV lleva en su programa electoral la autodeterminación como parte de su oferta. Por eso, algunos de sus socios recibieron los resultados de esas elecciones bajo el grito de ¡Independencia! Y por eso, también, ya desde el inicio de esta legislatura, todo su empeño ha ido encaminado a conseguir sentar bases que les acerquen a estos objetivos.
Empezaron creando una Comisión de Autogobierno en el Parlamento Vasco, en la que, sin buscar ni procurar entendimientos de ningún tipo con otras formaciones políticas, es decir, marginando a los representantes de, por lo menos, la mitad de la sociedad vasca, lo que no es ninguna tontería cuando estamos hablando de marcos de convivencia, aprobaron una resolución que en el Pleno monográfico del 12 de Julio, en boca del Lehendakari, se transformó en un ultimátum al Gobierno de España sobre las transferencias pendientes, y en el anuncio de que ponía en marcha un proceso para definir un nuevo estatus jurídico para el País Vasco.
Y, por fin, la propuesta definitiva, en el Debate de Política General del pasado Septiembre, en la que aparece ese "estatus de libre adhesión", que se nos presenta como el remedio a todos nuestros males. Como fórmula indiscutible para pacificar y normalizar nuestra comunidad.
Entonces, presentado así, ¿por qué los socialistas ni nos lo creemos, ni aceptamos esa propuesta? Es más, ¿por qué la rechazamos de pleno, en el fondo y en las formas?
Pues, primero porque es una propuesta que NO RESPONDE A LAS PRIORIDADES DEL PAIS. Olvida absolutamente lo que es, como he dicho antes, la principal preocupación de la sociedad vasca: el terrorismo.
En toda la propuesta no hay ni una sola medida para actuar contra ETA y su entorno. Ni una sola palabra diciendo que se va a hacer para combatir, lejos de mantenerse pasivo, lejos de esperar a que se disuelvan por la gracia divina, al terrorismo y, por lo tanto no dice nada de que va a hacer para defender la libertad, la democracia, el Estado de Derecho y a los que estamos amenazados por, precisamente, manifestar posiciones contrarias a los planteamientos nacionalistas.
Y en este sentido, en alguna ocasión la hemos considerado como inmoral, porque es evidente que no todos estamos en las mismas condiciones para hacer un debate de tanta trascendencia como este, mientras que ellos pueden, con total libertad y con total seguridad, defender sus planteamientos, otros, los que nos oponemos a ello, estamos bajo la amenaza permanente, arriesgamos, incluso, la vida (y se que puede sonar excesivamente dramático, pero es así) por manifestar nuestra opinión.
Y, a pesar de ser conscientes de esta, más que sutil, diferencia, persisten en su intención bajo el argumento de que ETA no puede condicionarnos la agenda política. Y es verdad que no debiera hacerlo, pero también es verdad que es vergonzoso que haya quien saque ventaja política de su existencia, lo quieran o no, pero la realidad es que tienen ventaja. Y su primera pretensión debiera ser que todos disfrutáramos de las mismas condiciones y las mismas oportunidades para afrontar estas cuestiones tan importantes.
Y si que nos dicen que con el Plan de Ibarretxe se alcanzará la Paz. Pero nosotros creemos y así lo afirmamos, que ES FALSO QUE LA SUYA SEA UNA PROPUESTA PARA ACABAR CON LA VIOLENCIA. Primero porque ETA ya la ha rechazado de plano, al igual que Batasuna. Segundo porque, como bien saben los nacionalistas, a ETA no se la puede contentar con nada porque es insaciable y solo parará el día que la derrotemos, que la hagamos desaparecer, o, según sus planteamientos, cuando la mítica Euskalherría sea dominada por ellos. Porque es una banda fascista y totalitaria y ese es su objetivo final.
Pero es que, además, si fuera como dice el Lehendakari estaríamos en un planteamiento, absolutamente rechazable, el de pagar un precio político por la paz a una banda terrorista. Es decir, deja de matar porque te estamos dando lo que quieres. Y eso en democracia no es un planteamiento asumible.
Además, es una propuesta que NO RESPONDE, TAMPOCO, A OTRAS NECESIDADES DE LAS CIUDADANAS Y CIUDADANOS VASCOS. Responde sólo a las reivindicaciones de algunos dirigentes nacionalistas.
Los vascos y las vascas, a pesar de que nos quieran hacer aparecer como diferentes a todo el mundo, tenemos las mismas preocupaciones y los mismos problemas que cualquier otro ciudadano de España y, posiblemente de Europa. Las encuestas y los estudios nos dicen que, después de la preocupación por el terrorismo que, evidentemente está a la cabeza, se encuentra el paro, la vivienda, la sanidad, y a la cola de todas ellas aparece, la autodeterminación o la soberanía.
Es decir, cuando discutimos de todas estas cosas, estamos cayendo en la trampa que nos ponen, constantemente los dirigentes nacionalistas, pero que en absoluto obedecen a las demandas o reivindicaciones de nuestra sociedad.
Al revés, porque para los socialistas, el marco político determinado por la Constitución y el Estatuto, garantiza seguridad, estabilidad, confianza ..... y el autogobierno es un instrumento para resolver con mayor eficacia los problemas de la gente. Y, sin embargo, la propuesta nacionalista rompe con ese marco para ir hacia no se sabe muy bien donde y, por lo tanto, genera, está generando ya, inseguridad, inestabilidad, desconfianza, ... y, claramente, aleja las soluciones de los problemas y, en ocasiones, los agrava.
Se lo han dicho, entre otros muchos colectivos, los propios empresarios vascos, generadores de riqueza y empleo: con planteamientos como estos se alejan inversiones, se provocan dudas peligrosas para la economía, se crea un caldo de incertidumbre que hace que muchas empresas estén pensando ya en irse del País Vasco a instalarse en otros lugares. Es decir, se empobrece nuestra Comunidad y nuestras posibilidades de crecimiento.
Pero, lo que ocurre es que, en lugar de escuchar a estos empresarios, ha preferido dividirlos y enfrentarlos.
 
Lo mismo que con su propuesta ENFRENTA, DIVIDE Y SEPARA A LA SOCIEDAD VASCA. Es un planteamiento unilateral, de ruptura con lo construido hasta ahora. De ruptura también con algo que ha formado parte de la tradición de la política vasca: el pacto, el acuerdo y el entendimiento entre diferentes. Y esta es una propuesta sólo para los más nacionalistas, no digo ni siquiera para todos los nacionalistas porque, incluso, las encuestas nos dicen que, entre sus votantes, más de un 40% no comparten sus pretensiones.
Tampoco respeta la pluralidad de la sociedad vasca. El avance desmedido en la soberanía, autodeterminación, territorialidad, conceptos incluidos en la propuesta de Ibarretxe, no tiene en cuenta a la mitad de nuestra sociedad que no quiere ese tipo de aventuras, que está cómoda en la Constitución y el Estatuto, que está cómoda en la relación con el resto de España, incluso, como he dicho, muchos nacionalistas moderados piensan así.
Claro que todo es mejorable, pero desde luego, nada se mejora con planteamientos rupturistas que echan por tierra años de convivencia común. Que rompen, unilateralmente, pactos entre vascos, entre territorios, entre vascos y españoles. Y en este sentido:
También se puede decir que ESTA ES UNA PROPUESTA QUE, CADA VEZ, CONTARA CON MENOS CIUDADANOS Y MENOS TERRITORIO. Porque hablan del País Vasco Francés y de Navarra y lo único que consiguen es alejar cada vez más a Navarra, donde los planteamientos nacionalistas cuentan, escasamente, con el respaldo del 12% de la población y, cada vez, van a menos, porque los navarros reaccionan ante la agresión de los nacionalistas vascos alejándose cada vez más de nuestra comunidad.
Su presencia en el PVF es testimonial y en absoluto, los ciudadanos y ciudadanas de esa zona están alentando propuestas de este tipo.
Y, además, el peligro está en que, con sus aventuras nacionalistas, están haciendo que Alava se pueda plantear, en un futuro, con toda legitimidad y acudiendo a las mismas fuentes de los Derechos Históricos que esgrimen los nacionalistas, estatus también diferentes en relación al País Vasco.
Es decir, nos hacen planteamientos para seis provincias, como dicen ellos, y escasamente cuentan con dos, y con lo que eso significa también en número de ciudadanos y ciudadanas. Ridículo, por lo tanto, desde el punto de vista, tan traído y llevado por ellos, de la territorialidad.
Además, NO ES CIERTO QUE TENGAN INTENCION DE RESPETAR LA LEGALIDAD como nos repiten constantemente. Saben perfectamente, todos sabemos, que para modificar el marco político se necesita mayoría absoluta del Parlamento Vasco, que sólo conseguirán si cuentan con la aquiescencia de Batasuna, cosa que, primero sería lamentable, ya que hablamos de un partido suspendido legalmente, y segundo, ni siquiera parece posible hoy a juzgar por las posiciones que les hemos oído hasta ahora.
Después necesitarían la aprobación por mayoría absoluta del Congreso de los Diputados y, es evidente que es algo que no van a conseguir. Y, posteriormente, estaría la consulta o el referéndum que se ha convertido en uno de sus fetiches.
Pero ya hemos oído al Lehendakari decir que ese paso intermedio, el del Congreso de los Diputados, le preocupa bien poco, porque la legitimidad del "pueblo" está por encima de eso, y que, por lo tanto, pasaría por encima de una decisión contraria.
También ha habido representantes nacionalistas que han dicho que de no obtener mayoría en el Parlamento Vasco, sería lógico convocar elecciones anticipadas, casi como un plebiscito, para avalar, mayoritariamente su posición.
Y la última son unas declaraciones de ayer mismo, del Consejero de Justicia, el Sr. Azkárraga, en las que decía que la consulta popular debiera ser previa a la presentación en el Parlamento del nuevo proyecto de soberanía. Es decir, el Parlamento Vasco, tampoco les importa mucho y también se lo pueden saltar.
Pues eso no es respetar la legalidad, eso no es respetar la propia democracia, porque democracia son leyes y reglas, que todos tenemos la obligación de respetar y cumplir y más los responsables institucionales. Y porque, como ya se ha dicho en más de una ocasión, solo los tiranos en las dictaduras ponen el concepto de legitimidad por encima del de legalidad.
Y, por último, rechazamos el Plan de Ibarretxe porque NO TIENE CABIDA EN EUROPA. Y, por lo tanto, que no nos engañen más sobre está cuestión diciendo que entronca en los nuevos parámetros de la construcción europea, porque no es cierto. En Europa están los estados nación y Euskadi forma parte, y tiene que contribuir a la construcción de Europa, porque forma parte de una España plural, autonómica y descentralizada.
Y, aun a riego de extenderme excesivamente en esta parte en la que manifiesto las razones para el NO al Plan de Ibarretexe, pero me parece importante ya que el Lehendakari anda por todo el mundo explicando sus bondades y, como no, recalará en Madrid para hacerlo, quiero decir que también en las formas en las que lo está planteando, estamos radicalmente en contra.
Y en esto, si cabe, hablaré con más preocupación que en relación al fondo, porque creo que, de alguna manera, están echando por tierra muchas de las concepciones democráticas que están asumidas por todos, posiblemente desde La Ilustración. Porque:
Si los partidos políticos de la oposición no le damos la razón, bajo la excusa de que estamos bloqueando la política en el País Vasco, nos dice que los partidos políticos no sirven y que va a contar con la sociedad.
Si los representantes de esa sociedad, sindicatos, empresarios, rectores, tampoco le dan la razón, pues tampoco le sirven y lo que es peor, intentan, como hicieron con los empresarios, romper su organización, buscar su división y deslegitimar a sus dirigentes. Y como no le sirven nos anuncia que va a socializar su propuesta, convirtiendo a Euskadi en el primer país asambleario del mundo.
Las leyes se cumplen mientras nos convenga y cuando impiden nuestros planes se saltan, porque para eso tenemos la legitimidad popular.
Para buscar un consenso similar al que obtuvo el Estatuto ya no hace falta conseguir el respaldo del 90% de los votantes como obtuvo aquél, sino el 51% del censo, que es la nueva fórmula mágica para comparar resultados que utilizarán los nacionalistas para validar su propuesta, por mucho que no se haga así en ningún país del mundo.
Y luego quedan las famosas asimilaciones: el pueblo vasco es el nacionalismo vasco, ellos son sus únicos valedores, sus únicos interpretes y, por lo tanto, sus únicos salvadores. Así es fácil entender que también confundan al país con un Batzoki y al Gobierno con la Ejecutiva de su partido, y no les sonroje, siquiera, el que la campaña que están haciendo con su propuesta: anuncios, buzoneo de folletos, actos públicos, y demás, se pague de los presupuestos públicos y salga del bolsillo de todos los ciudadanos.
Todo esto nos preocupa muchísimo, no sólo porque demuestre un talante y una cultura poco democrática, sino porque se está haciendo una pedagogía francamente peligrosa con todos estos conceptos, de manera que los ciudadanos y ciudadanas puedan llegar a pensar que si sus gobernantes no cumplen las leyes, se saltan las instituciones y tiran por la calle del medio, ellos también pueden hacerlo.
Y, por si fuera poco, debajo de todo este debate de macropolítica, debajo de esto que, en ocasiones, nosotros llamamos el euskotema, otros lo llaman el euskobodrio, lo que hay, como decía antes son ciudadanos y ciudadanas de carne y hueso que tienen problemas, existe un país sin rumbo y sin grandes objetivos capaces de ilusionarnos en la construcción de un futuro común, y existe una sociedad en la que los valores están perdiendo la batalla.
Y tengo que decir que, sinceramente, pensamos que la estrategia del PP no es la que va a sacarnos de esta situación. La confrontación y el NO permanente, sin nada más detrás no es lo que necesita la sociedad vasca. La alternativa que es necesaria en Euskadi no puede ser la que demuestra el Partido Popular.
En el País Vasco hace falta reforzar el Estado y no desmantelarlo, hace falta hacer apuestas, inversiones, y poner en marcha proyectos que demuestren que España sabe lo que hay que hacer y sabe como defender el futuro de los vascos, hacen falta políticas en positivo que eviten que los nacionalistas sigan jugando el papel de víctimas frente al enemigo exterior, que tanto les gusta. Hace falta una estrategia inteligente que no blinde a todo el nacionalismo ante las agresiones externas. Hace falta entender que el constitucionalismo también es plural en el País Vasco, y que el respeto a esa pluralidad hará que sumemos más. Y hace falta entender que los socialistas no vamos a dejarnos que nadie nos marque ni el espacio, ni la estrategia ni los modos ni los tiempos.
Y creo, que el Partido Popular, en ocasiones, hace lo contrario de lo que se necesita.
Pero acabaré, poniendo encima de la mesa, lo que los socialistas proponemos y planteamos en estos momentos. Porque, a pesar de lo que anda diciendo el Lehendakari por todas partes, que es el único que tiene una alternativa, los socialistas tenemos la nuestra.
Lo que proponemos es un PACTO PARA LA CONVIVENCIA Y LA LIBERTAD. Un pacto que se basa en tres objetivos básicos: LAS LIBERTADES CIUDADANAS y, por lo tanto, el combate al terrorismo como prioridad absoluta. LA DEMOCRACIA MUNICIPAL, para que todos los representantes elegidos democráticamente puedan ejercer con libertad y en igualdad de condiciones las funciones para las que sus vecinos les eligieron, y EL AUTOGOBIERNO PLENO y, por lo tanto, la defensa del Estatuto y su desarrollo leal y completo.
Y para ello, los socialistas vascos hemos puesto en marcha una campaña destinada a reforzar la validez y la vigencia del Estatuto de Gernika. Una campaña que bajo el lema de "MAS ESTATUTO" quiere transmitir a los ciudadanos la importancia de esta norma básica.
Porque el Estatuto es bastante más que un conjunto de transferencias y competencias, es algo más que una simple descentralización administrativa, algo más que un poder político mayor o menor.
El Estatuto supuso la plasmación en una Norma del anhelo del País Vasco de desarrollarse como pueblo insertado en la España Constitucional. El Estatuto es a la vez, de manera inseparable, un marco de autogobierno y un marco de convivencia; es el fruto de una negociación y de un acuerdo entre los representantes políticos e institucionales del País Vasco y de España, y es el resultado de un pacto entre los propios vascos y vascas, integrando sus diferentes sentimientos de pertenencia, y respetando, por lo tanto, la pluralidad de nuestra sociedad considerada como un valor a preservar.
Gracias al Estatuto, Euskadi ha podido vivir el mayor periodo de autogobierno de toda su historia contemporánea, al dotarse de un entramado institucional que responde, tanto a sus tradiciones históricas, como a sus peculiaridades políticas. Y el desarrollo del Estatuto ha ido poniendo en nuestras manos los medios indispensables y suficientes para abordar con eficacia la solución de nuestros principales problemas políticos, económicos, sociales y culturales.
Nos concede una evidente capacidad de decisión en, prácticamente, todos los ámbitos que tienen que ver con el bienestar de las ciudadanas y ciudadanos vascos. Y creo que se puede afirmar, sin mucho margen de error, que el futuro de nuestra sociedad depende, fundamentalmente, de las decisiones que se adoptan o pueden adoptarse desde nuestras instituciones de autogobierno.
En cuanto a pacto interno, el Estatuto ha sido y sigue siendo el punto de encuentro necesario que requiere el especial pluralismo del país. Un pluralismo que se acentúa en todo aquello que se refiere a la definición y la vivencia de la singularidad vasca y a la relación que ésta debe tener con el conjunto de España: por un lado, como fórmula que ha permitido relacionar nuestra tradición foral con un marco constitucional y, por el otro, consagrando el valor del consenso como método adecuado para avanzar en la construcción de un país unido en su pluralidad interna y en la convivencia democrática.
Y creo que cabe destacar que, hasta la fecha, ni existen ni se han presentado alternativas que susciten una capacidad de entendimiento y credibilidad social, como las generadas por el Estatuto. Y, de hecho, durante más de veinte años, el marco autonómico se ha ido consolidando gracias al apoyo que le viene prestando la ciudadanía elección tras elección.
Es decir, el Estatuto fue la solución ideada y construida por la mayoría para dar respuesta a la reivindicación de autogobierno de la sociedad vasca a la salida de la dictadura franquista. Fue, y es, un punto de encuentro de las ciudadanas y ciudadanos vascos, al margen de sus respectivas actitudes identitarias para configurar un régimen democrático de libertades y derechos. Y se puede estar más o menos satisfecho con los resultados de nuestro marco de autogobierno, pero, antes de hacer un balance crítico, debiéramos considerar cuatro apreciaciones de carácter general:
Primera. Cualquier aproximación a etapas históricas anteriores, nos muestra que los vascos nunca tuvimos tanto autogobierno como el creado con el Estatuto.
Segunda. Cualquiera que sea el país que tomemos como referencia, ya sea un Estado Federal o uno Confederal, dentro de un Estado, no hay ninguna región o nacionalidad o comunidad autogobernada que tenga tanta autonomía como Euskadi.
Tercera. Las principales actividades públicas de un Gobierno, las que afectan más a la ciudadanía porque responden a servicios públicos esenciales, están en manos del Gobierno Vasco desde hace, por lo menos, más de diez años: la educación, la sanidad, la vivienda, el comercio, la industria, las obras públicas, la policía, todos ellos se ejercen desde el autogobierno que nos da el Estatuto.
Cuarta. La aplicación durante los últimos veinte años del Concierto Económico (asumido por todos los españoles), ha permitido al País Vasco salir de la crisis industrial de los 80, modernizar las infraestructuras y nuestro aparato productivo, así como alcanzar un alto grado de cohesión social, consecuencia de un importante esfuerzo en políticas redistributivas. Ninguna Comunidad Autónoma ha llegado a este grado de desarrollo y esto ha sido gracias a una sociedad laboriosa y esforzada, desde luego, pero también a un Concierto Económico que nos ha permitido un nivel de financiación muy elevado.
Por todo ello creemos que este es el tiempo del Estatuto, de su desarrollo leal y pleno, y de hablar de cómo Euskadi participa también en la construcción de la España plural y descentralizada.
Por lo tanto, hay que hablar de las transferencias pendientes, y hemos propuesto un modelo para su negociación partiendo del acuerdo parlamentario existente sobre la materia.
Hay que hablar de cómo desarrollamos el Estatuto hacia dentro del País Vasco. Hay competencias plenamente asumidas que no se han desarrollado en bien de nuestra vertebración interna y del bienestar de los ciudadanos vascos. Nos encontramos con la paradoja de que, al tiempo que se piden transferencias a Madrid, hay una incapacidad notable para hacer uso de aquellas que ya tenemos en nuestra mano.
El Gobierno Vasco suele ser el mejor ejemplo de lo que ellos critican en relación al gobierno de España. Es un Gobierno centralista que acumula competencias pero que no las distribuye a otras instituciones como Diputaciones y Ayuntamientos, para hacerlas más eficaces en su aplicación.
Después de más de 20 años de autogobierno el Estatuto, prácticamente, no ha llegado aún a los municipios y a los Ayuntamientos que son los que además, sin recursos ni competencias, tienen que hacer frente a la creciente demanda de respuestas a los problemas sociales de la ciudadanía.
Pero hay que hablar también de la reforma del Senado, para convertirla en una verdadera Cámara de representación autonómica. Hay que hablar de cómo las Comunidades Autónomas pueden, dentro de la delegación española, participar en la Unión Europea. De cómo adaptamos los órganos centrales del Estado para que su composición y su funcionamiento sea acorde al modelo que se deriva de la España de las autonomías. Hay que potenciar marcos de cooperación entre diferentes Comunidades.
Todo ello está planteado en la alternativa de los socialistas vascos, todo ello tiene cabida en el desarrollo de nuestra Constitución y nuestro Estatuto.
Porque, en definitiva se trata de poner el desarrollo del Estatuto al servicio de las aspiraciones reales de la ciudadanía vasca, al servicio de la construcción política y social del país. Limitarse a la reivindicación de mayor poder competencial para Euskadi supone una visión reduccionista del desarrollo del Estatuto. Por eso, hay que abordar también el adecuado ejercicio de nuestras competencias en bien de la cohesión interna de la sociedad vasca y de las libertades y derechos constitucionales que el Estatuto debe garantizar de manera efectiva.
Debemos ser conscientes los vascos que la consolidación de nuestro autogobierno será mayor en la medida en que las instituciones y las fuerzas políticas vascas se impliquen activamente en el debate sobre la construcción de la España de las autonomías. Una España que tiende al federalismo como la manera más positiva y más democrática de articulación de los poderes políticos y de aproximación de estos poderes a los ciudadanos y ciudadanas.
Para esos objetivos y con esa voluntad tendemos la mano los socialistas. No se puede vivir en la confrontación permanente. La sociedad vasca no puede soportar constantes tensiones que la enfrentan y dividen. Los ciudadanos y ciudadanas necesitan y exigen políticas que solucionen sus problemas y no dirigentes empeñados en crearlos.
Para eso estamos los socialistas dispuestos a hablar y a entendernos, aunque sabemos que hay partidos políticos más empeñados en sacar adelante sus estrategias partidarias y en obtener votos, que en buscar soluciones comunes. Y, por lo tanto, asumimos un compromiso con los ciudadanos que comprometa al Partido Socialista en la defensa de estos postulados y en la defensa de un marco político que nos dé cabida a todos y a todas, pensemos lo que pensemos.
Un compromiso para lograr la paz definitiva en Euskadi, la que se basa en la libertad y que necesita que a ETA y su entorno se la combata desde todos los frentes, el policial, el político, el jurídico y el social.
Un compromiso para defender el autogobierno más amplio en una España plural.
Un compromiso para que este partido, y hay seguramente necesitaremos el esfuerzo de todos los demócratas, presente listas en todos los municipios donde tenemos posibilidad de tener Alcaldes y concejales y, por lo tanto, para que los ciudadanos y ciudadanas que confían en los socialistas no se queden sin representación política en sus pueblos y ciudades.
Un compromiso para, después de la amenaza directa de ETA, mantener abiertas todas nuestras Casas del Pueblo, como espacios de libertad y lugar de encuentro de demócratas en Euskadi. Vengan o no vengan los nacionalistas y el Señor Arzallus a tomar vinos, que tampoco nos hace falta.
Un compromiso para que nadie siga monopolizando las cosas que son de todos, que forman parte de nuestra cultura y de nuestro patrimonio. Ya sea el euskera, las tradiciones, el folklore o la historia de este país, que no es de los nacionalistas, que es de todos los que hemos ayudado a construirlo.
Y un compromiso para que Euskadi, formando parte de esa gran realidad plural que se llama España, participe en la construcción de la Europa común.
Y, así las cosas, tengo que decir que soy de los convencidos de que será la sociedad vasca la que acabará con ETA, la que frenará las pretensiones excluyentes de los nacionalistas y la que hará que Euskadi se oriente de otra manera bien distinta. Y, a nosotros nos corresponde trabajar para que esto sea así.
Muchas gracias.

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