El Día de la Ciudadanía Vasca
El 28 de Octubre de 1979 los vascos y vascas aprobamos en referéndum y con una amplísima mayoría el Estatuto de Gernika. Y con ello constituimos a Euskadi como comunidad política, recuperando nuestra capacidad de autogobierno y definiendo el marco en el que queríamos convivir personas que pensábamos y sentíamos de manera diferente.
Es decir, lo que se recuerda hoy es un acontecimiento cívico y civil, que no reclama de la ciudadanía adhesiones ardorosas ni inflama aspiraciones nunca satisfechas. Sólo se conmemora la jornada en que fue posible que alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos iniciáramos una convivencia juntos, como un País Vasco que resulta mayor y más rico que la suma de los tres territorios. Fue un paso histórico que culminaba los sueños de muchos vascos y vascas que nos antecedieron, y una experiencia que, pese a dificultades y sombras, nadie podrá negar que ha resultado todo un éxito: en lo político, en lo económico, en lo social, y en lo cultural.
Por eso, la decisión que tomamos en 2010 de poner fin a la anomalía que suponía que el País Vasco fuera la única Comunidad Autónoma que carecía de fiesta oficial no puede calificarse de gratuita ni de impuesta. Sea cual sea el juicio que cada uno tenga de la trayectoria vivida por la sociedad vasca desde 1979, y sean cuales sean las aspiraciones políticas de futuro que se alberguen, nadie podrá negar que el Estatuto de Gernika sigue constituyendo a día de hoy el más amplio acuerdo alcanzado en el seno de la sociedad vasca.
Nunca he entendido la resistencia de una parte del nacionalismo a valorar así el Estatuto de Gernika, pese a haber participado destacadamente en su consecución, en su puesta en práctica y en su desarrollo. Siempre me ha llamado la atención su afán en destacar más lo poco que queda por desarrollar de sus previsiones, que lo mucho que nos ha permitido construir como país y como sociedad.
Seguramente se debe a que una característica propia de algunos nacionalistas es despreciar el presente para proyectarse hacia un futuro utópico desde un pasado de leyenda construido más de mitos que de hechos históricos. Un rasgo que tiene muchas expresiones concretas y se que expresa con toda evidencia en el rechazo de los partidos nacionalistas a celebrar hoy el Día del País Vasco-Euskadiko Eguna.
Es cierto que el traspaso de algunas materias a la Comunidad Autónoma se ha producido en demasiadas ocasiones como fruto de concesiones políticas antes que como consecuencia de una negociación leal y abierta entre las partes. Sin embargo, también hay que señalar que otros supuestos incumplimientos que se denuncian, sustancialmente la gestión del régimen económico de la Seguridad Social, responden a desacuerdos razonables en la interpretación del propio texto estatutario, que la condiciona al mantenimiento de la unidad del sistema. Y no puede decirse que a los pensionistas y parados vascos les haya ido mal formando parte de este sistema común.
Pero la ciudadanía debe ser consciente de que reducir el Estatuto a un listado de competencias transferibles supone una visión muy reducida y mercantil de lo que significó y continúa significando el pacto estatutario de hace 34 años. Porque constituye no sólo la expresión de los anhelos de generaciones de vascos y vascas sino, sobre todo, la plasmación de dos grandes pactos: primero, un pacto interno entre vascos con diferentes identidades y aspiraciones para compartir un marco común de convivencia y progreso; y, además, un acuerdo de esta Comunidad para seguir conviviendo con el resto de España con un margen de autogobierno sin comparación posible en ningún otro país del mundo.
Esto es lo que conmemoramos el 25 de octubre. No una victoria sobre el enemigo, ni una derrota doliente, sino algo más sencillo, pero más profundo y más trascendente: la voluntad de una ciudadanía diversa y plural de iniciar una andadura histórica que nos ha traído hasta este presente. Y ni siquiera las dificultades de todo tipo que atravesamos en estas tres décadas, y las que hoy mismo nos afectan, empañan la evidencia de que aquella apuesta que hizo la sociedad vasca ha sido fructífera y exitosa.
Por eso me han parecido siempre profundamente injustas y equivocadas las críticas que impugnaban el pacto estatutario por los choques suscitados en el desarrollo puntual de alguno de sus preceptos. Y por eso me entristeció que la primera iniciativa legislativa presentada por el PNV en esta legislatura fuera para intentar derogar la ley que declaró el Día del País Vasco-Euskadiko Eguna. No para afrontar las consecuencias de una crisis persistente que nos está empobreciendo, sino para suprimir esta jornada festiva. Me entristeció por lo que significa de desafecto al sentido profundo del Estatuto de Gernika, y también por la gratuidad del gesto. Porque se plantea únicamente la derogación, sin proponer su sustitución por otro acontecimiento en el que pueda reconocerse cívicamente la mayoría de nuestra sociedad.
Ahora que se anuncian inconcretos “estatus políticos” y se proponen aquí y allí aventuras de riesgo dulcificadas con lazos de colores, yo quiero reivindicar el sentido profundo del pacto estatutario y ponerlo en valor ante la ciudadanía vasca. Para que seamos conscientes de lo que entraña y porque en todo momento resulta conveniente saber de dónde venimos y por qué estamos donde estamos.
Los Socialistas Vascos no tenemos miedo a ningún debate, pero pedimos claridad. Nuestra propuesta es el autogobierno dentro de España y de Europa adaptado a las singularidades y necesidades de la sociedad vasca. Y lo defendemos, no porque estuviera aquí desde la noche de los tiempos, sino porque es la forma moderna de organizar la convivencia interna y de crear una comunidad política compartida por todos.
Esta voluntad de convivir y avanzar juntos es lo que de verdad supone el Estatuto de Gernika y lo que, aunque pase desapercibido, se celebra en la jornada de hoy. Y yo espero que renovemos esta misma voluntad para poder seguir celebrándola en el futuro.
Patxi López es Secretario General del PSE-EE y al anterior Lehendakari del Gobierno Vasco.