Intervención Comité Nacional. Patxi López
Egun on guztioi, buenos días, compañeras y compañeros.
Es evidente que celebramos este Comité Nacional en un momento muy especial. Porque estamos al final de la legislatura y a cuatro meses escasos de unas Elecciones Autonómicas que se suponen, más que nunca, una oportunidad para el cambio en Euskadi.
Es un Comité Nacional, por lo tanto, que tiene la responsabilidad (para eso somos el órgano máximo de dirección de este partido) de hacer balance pero, sobre todo, de mirar al futuro porque nuestra obligación es no defraudar las expectativas y, también, las esperanzas que miles de ciudadanos y ciudadanas tienen puestas en que ese cambio se produzca.
Haré las dos cosas, balance y proyección de futuro, pero antes dejarme que os diga que el reto que tenemos por delante es apasionante.
Que estamos en la mejor posición de partida que hemos estado nunca para alcanzar los objetivos que como partido nos hemos fijado.
Que, mirando alrededor, nos damos cuenta de que somos el partido más unido y más cohesionado; con el proyecto y las ideas más claras; con las respuestas y las propuestas más oportunas, de todos los que existen en el panorama de la política vasca.
Que venimos haciendo un gran trabajo, dentro y fuera de las Agrupaciones, con colectivos sociales, con gente del mundo de la cultura, del euskera, de la universidad, de la empresa, de la sanidad (ya lo habéis visto)… pero es que, además, vamos a seguir trabajando en otros encuentros con el mundo de la vivienda, de la educación, de la inmigración…
Y en todos esos encuentros nos hemos encontrado con la mayor y la mejor de las respuestas. Expertos y profesionales, trabajadores y usuarios que quieren compartir con nosotros preocupaciones y respuestas, problemas y soluciones. Porque están hartos de verse abandonados por un Gobierno tripartito y por un Ibarretxe que nunca les ha tenido en cuenta porque para ellos sólo ha contado su aventura soberanista.
Siempre decimos (unos y otros) que tenemos los mejores profesionales en la sanidad, los mejores profesionales en la educación, los trabajadores más cualificados,… y , sin embargo, nunca les han escuchado mientras la sanidad se deteriora, mientras la ecuación se deteriora. Nosotros sí. Esa es la diferencia entre el campeón del mundo del diálogo hasta el amanecer y los que practicamos y practicaremos el diálogo como forma de gobierno.
Está muy bien eso que hace el PNV de irse a China, a Noruega o a Finlandia, para ver que hacen allí porque siempre se aprende algo. Pero primero y, antes que nada, hay que estar aquí y hablar y aprender de nuestra propia gente que son los que mejor conocen nuestros problemas, nuestras necesidades y que soluciones se tienen que dar. Y eso es lo que estamos haciendo los Socialistas.
Pero quiero deciros también, al inicio de esta intervención, que estoy especialmente orgulloso de todos vosotros y de todas vosotras, desde el primero hasta el último (y es sólo una forma de decirlo porque en este partido ni ha habido ni habrá nunca primero y mu-cho menos último), pero es el orgullo porque hayamos conseguido, entre todos, que el Partido Socialista de Euskadi esté hoy en el sitio que le corresponde.
En el centro de las aspiraciones y de los anhelos de la sociedad vasca. Y eso lo hemos conseguido gracias a vuestro compromiso, a vuestra entrega, a vuestro trabajo y a vuestra generosidad. A la de todos los militantes de este partido que, en condiciones bien difíciles, han sabido mantenerse firmes en la defensa de unas ideas y de un proyecto de país que, a pesar de las críticas de los adversarios y las amenazas de los enemigos, es el proyecto de país que responde a lo que quiere la mayoría de la ciudadanía porque cabemos todos en él.
Soy vuestro candidato y me siento inmensamente honrado por ello. Sé de dónde vengo y sé también adónde voy. Y lo sé porque en esta andadura no he hecho otra cosa que seguir la huella que vosotros mismos, y otros como vosotros que nos precedieron en el camino, habéis marcado. Me lo habéis puesto muy fácil y por eso quiero daros las gracias a todos de corazón.
Pero si me permitís que os lo diga: hemos hecho la parte fácil, porque hemos dado rienda suelta a lo que llevábamos dentro, hemos puesto al Socialismo Vasco allí donde siempre debió estar, en la centralidad de la política vasca, demostrando que nada de lo que ocurre en Euskadi nos es ajeno, definiendo las respuestas para todas y cada una de las necesidades de este país.
Pero ahora nos toca hacer que esa corriente de fondo que apuesta por el cambio en el País Vasco, que todo aquel que está harto de los debates identitarios que niegan la realidad de un país plural y diverso, que todos aquellos que se han visto abandonados por quien gobierna, que todos aquellos que hoy miran con esperanza al Partido Socialista, conviertan esa mirada, ese hartazgo, esas ganas de cambio, en un compromiso y en un apoyo decidido a los Socialistas para liderar un Gobierno que haga las cosas de otra manera. Y tenemos cuatro meses para hacerlo.
Estamos a cuatro meses de unas Elecciones cruciales porque, sin duda, van a marcar un antes y un después en este país. Los socialistas llegamos a la cita con los deberes hechos y podemos exhibir una hoja de servicios impecable.
Porque, estando en la oposición, hemos sido el partido que ha quedo y ha sabido estar en todos y cada uno de los acuerdos que han hecho avanzar al país en estos últimos cuatro años: en los acuerdos para aprobar leyes fundamentales como la de Víctimas del terrorismo, las leyes presupuestarias, la Ley de Suelo, la Ley de Aguas, el complemento de las pensiones mínimas o el pacto de política social…
El partido que ha estado dispuesto a arriesgar para ver el final del terrorismo. Que, cuando hizo falta, se comprometió a fondo y puso el interés del país por encima de cualquier otra consideración, para que en Euskadi no tuviéramos nunca más que llorar a una víctima del terrorismo.
El partido, que cuando ETA frustró las esperanzas de paz de miles y miles de ciudadanos con su vuelta a la actividad terrorista, sigue en primera línea en la lucha antiterrorista, sin bajar la guardia, con firmeza democrática, apoyando la acción decidida de nuestras policías y de la Justicia, y encabezando también la deslegitimación social y política de quienes aún amparan y justifican la violencia.
El partido que ha estado y está detrás de los grandes proyectos de futuro para este país, como son el Tren de Alta Velocidad, el Puerto Exterior de Pasaia o la candidatura para que Euskadi sea la sede de un gran centro de ciencia y tecnología como será la Fuente Europea de Neutrones por Expalación.
El partido dispuesto a arrimar el hombro para que la crisis económica, cuyos efectos ya están notando muchas familias y empresas vascas, no la paguen los de siempre, los que menos tienen.
El partido que ha puesto encima de la mesa propuestas concretas para remontar esta coyuntura económica ciertamente complicada que atravesamos.
Es evidente que, siendo el principal partido de la oposición, nadie nunca ha asumido tanta responsabilidad de país para evitar que los ciudadanos pagaran los platos rotos de la decisión de Ibarretxe de formar un Gobierno en minoría, paralizado en la gestión por su dedicación permanente a las causas identitarias.
Sí, nosotros lo hemos hecho por responsabilidad, por convicción y porque era lo mejor para el país. Otros se han dedicado a poner piedras en el camino o a perseguir objetivos particulares a costa de enfrentar y dividir a la sociedad.
Los ciudadanos y ciudadanas han entendido perfectamente lo que hemos hecho, pero ahora toca mirar al futuro. Y el futuro es avan-zar, es unir país, es cohesionar sociedad, es dejar atrás los debates del pasado que ya cansan y aburren a buena parte de la sociedad.
Y por eso estoy seguro de que los hombres y mujeres de Euskadi van a confiar en los socialistas para liderar ese futuro.
Y lo van a hacer porque, a estas alturas, todo el mundo sabe ya que, hoy y aquí, sólo hay dos alternativas. Sólo hay dos aspirantes con posibilidades reales de estar en Ajuria Enea: Juan José Ibarretxe y yo mismo.
Y yo, tengo ganas, tengo ilusión, estoy dispuesto y preparado y sé ademas que cuento con todos vosotros y con miles de personas más. Pero dejadme que os diga (y me gustaría que todos tengamos esto muy presente) de que el triunfo, si lo logramos, no será ni mío ni del Partido Socialista.
Será la victoria de una nueva mayoría de vascos y de vascas que quieren que se respete su pluralidad y diversidad, que quieren que en Euskadi se acabe el tiempo de la división y la bronca permanente y se abra un nuevo tiempo de unidad y de acuerdos. Que quieren desterrar el “conmigo o contra mí”, el “los nuestros y los otros”, para empezar a conjugar el “nosotros” todos juntos.
Y ese es un nuevo tiempo que Ibarretxe ha demostrado que no puede liderar. Porque si en el pasado fue Lizarra, el plan que lleva su nombre o la consulta (siempre dando prioridad a la imposición de sus apetencias personales), en el futuro buscará nuevas fórmulas para seguir en el monotema, en el raca-raca soberanista y en la división. Y esto no es lo que quiere la ciudadanía.
En las últimas semanas, el PNV y EA juegan a acentuar sus diferencias. Han decidido, incluso, presentarse por separado a las elecciones.
Y, a la vez, el PNV esconde a Ibarretxe, como si nunca hubieran existido sus Lizarras, Planes y Consultas.
EA, para atraer parte del voto del abertzalismo radical, presentándose como la única formación que apuesta por el soberanismo y la independencia.
Y el PNV para intentar engañar al votante moderado. Un reparto de papeles que no es más que puro cálculo electoral, para volver a juntarse después para repartirse el poder y seguir en las mismas.
Pero todo esto es, sobre todo, un nuevo fracaso de Ibarretxe.
Fracaso en su apuesta por el tripartito, por la coalición y por la acumu-lación de fuerzas nacionalistas. Pero ¿qué mayor fracaso hay que el de que tu propio partido te oculte? ¿Qué quieran esconder todo aquello a lo que te has dedicado durante tus 10 años de gobierno? ¿Es o no es el mayor de los fracasos que los tuyos quieran hacer ver que todo eso no existió porque saben perfectamente que sólo produce rechazo y alejamiento de la sociedad vasca?
Pero es que Ibarretxe representa, aunque lo quieran ocultar, ahora y para el futuro, más imposición, más división y más proyectos para enfrentar a unos vascos con otros y con el resto de España.
Y es evidente que ese no es el camino del cambio. Euskadi no va cambiar de la mano de Ibarretxe. Por eso, los ciudadanos y ciudadanas tienen que tener muy claro que si quieren que las cosas cambien, que este país se haga de otra manera, sólo hay una posibilidad, una: que el próximo Lehendakari sea Socialista.
Lo he dicho otras veces, y lo repetiré tantas veces como sea necesario: Yo no seré vicelehendakari de nadie. Sólo aceptaré ser el Lehendakari de un gobierno de cambio que abra un nuevo tiempo polí-tico en este país.
Ibarretxe ha tenido diez años para buscar en Euskadi el acuerdo amplio y transversal que nos permita renovar el pacto estatutario y buscar un mejor acomodo dentro de España. Y no lo ha hecho porque no es eso lo que persigue. Lo que persigue, es la acumulación de fuerzas para ir al choque de trenes, al choque de soberanías.
Porque aunque últimamente le hayan puesto sordina, lbarretxe nos dijo hace muy poco tiempo, en el Pleno de Política General que celebramos en el Parlamento a finales de septiembre, lo que realmente piensa.
Y es terrible, porque piensa que los vascos somos un pueblo sometido; que la Constitución y el Estatuto son “los límites de las alambradas”; y que la España constitucional, dentro de la que los vascos disfrutamos del mayor grado de autogobierno existente en Europa y quizá en el mundo, le recuerda al franquismo porque, según él, “pisotea los deseos de la mayoría de esta sociedad”.
Este país, compañeros y compañeras, se merece una oportunidad con un gobierno de cambio que ofrezca a la ciudadanía lo que ofrecemos los Socialistas, un triple pacto: un pacto por la Libertad y l Igualdad, un pacto por la convivencia que nos permita poner al día el Estatuto de autonomía y un pacto para superar la crisis económica que estamos padeciendo.
Ese triple pacto es el que los socialistas ofrecemos a una sociedad que mira al futuro y por eso no va a confiar en fórmulas viejas, gastadas y caducas como la que representa el tripartito.
Vamos a hacer posible la alternancia en el Gobierno porque hay una nueva mayoría de hombres y mujeres que en Euskadi ha entendido que los próximos cuatro años pueden ser los del reencuentro entre vascos.
Los años en que recuperemos la Euskadi más auténtica, la Euskadi de siempre, la Euskadi que surgió del pacto y del acuerdo; la Euskadi que ha avanzado, ha progresado y se ha desarrollado por el acuerdo entre vascos que somos y pensamos de manera diferente
.
La Euskadi que Ibarretxe abandonó hace diez años para asumir, en parte, las tesis del abertzalismo radical y apostar por otras aventuras, al precio de provocar la fractura del país.
Ése es el legado que Ibarretxe va a dejar. Un legado de enfrentamiento, de divorcio entre la política y la sociedad vasca, de inestabilidad, de incertidumbre, de falta de confianza en nuestras propias posibilidades.
Ibarretxe ha sido el abanderado de la ruptura con todo lo que los vascos hemos venido construyendo juntos en los últimos treinta años.
Y lo que necesitamos es justo lo contrario. Un Lehendakari que sume las energías de todos los vascos para hacer posible un país abierto al futuro en el que quepamos todos y en el que nadie quede excluido.
Un país donde se respeten los sentimientos de identidad y de pertenencia de cada uno y donde cada cual pueda sentirse vasco como quiera.
Ese país es posible. Podemos construirlo entre todos. Vamos a construirlo entre todos y por eso, si en algún sitio tiene sentido repetir la consigna que ha llevado a Obama hasta la Casa Blanca, es en Euskadi.
Porque los vascos podemos construir un país sin terrorismo. Un país en el que se respeten las libertades y los derechos de todos y donde los totalitarios se vean deslegitimados ética, social y políticamente.
Un país en que la gente no tenga miedo. Miedo a los que atentan contra nuestra vida y nuestra libertad. Pero miedo también a decir en público lo que uno piensa, a no ser políticamente correcto, a que me quiten la subvención o a quedarme sin empleo por hablar con libertad y no comulgar con determinados planteamientos.
Un país que pueda destinar la ingente cantidad de recursos que hoy destinamos a dar seguridad y protección a los amenazados por ETA a educación, a sanidad, a generar conocimiento, a investigar.
Podemos hacer un país con unos medios de comunicación públicos dimensionados (no puede ser que sólo levantar la persiana de EiTB nos cueste 143 millones de euros al año, en un país de poco más de dos millones de habitantes). Y hay que hacer una apuesta por la calidad, por el respeto a la pluralidad de la sociedad vasca, unos medios comprometidos con la deslegitimación democrática del terrorismo y de los argumentos de quienes aún hoy amparan y justifican la violencia.
Y, por cierto, con unos directivos independientes, elegidos en función de su prestigio profesional y no del carné político que llevan en el bolsillo. En el que nunca más pasemos el bochorno de ver a un director de EiTB que abandona su cargo para ser el candidato a Alcalde de Bilbao o el Presidente del PNV de Bizkaia.
Podemos tener un país en el que la educación pública sea trilingüe y compita en igualdad de condiciones con los centros privados, de modo que se garantice la libre elección de los padres.
Un país en el que la oferta educativa, tanto la FP como la universitaria, esté conectada con las empresas, de manera que empecemos a solucionar el problema que supone la fuga de jóvenes perfectamente formados y preparados que cada año abandonan Euskadi en busca de oportunidades de desarrollo profesional que aquí no encuentran.
Podemos avanzar en un autogobierno que integre. Podemos enfrentarnos a la crisis económica con diálogo social, con esfuerzos compartidos entre Gobierno, patronal y sindicatos.
Podemos desarrollar aún más políticas sociales que extiendan dere-chos y contribuyan a cohesionar a esta sociedad.
Podemos ser mucho más ambiciosos, (porque este país tiene recursos), en las medidas económicas que se propongan para salir de la crisis. No nos faltan recursos, nos falta un Gobierno con ideas, porque el que tenemos está agotado y es incapaz de poner encima de la mesa propuestas de choque que, de verdad, sirvan de revulsivo para dinamizar nuestro tejido empresarial e industrial.
Y, podemos y debemos, utilizar para ello el diálogo social, que está inédito en este país desde que Ibarretxe es Lehendakari, porque ha sido incapaz de sentar nunca en una mesa a Sindicatos y Empresarios. Cuando es lo primero que hace cualquier gobernante con sentido común.
Podemos reformar y actualizar el pacto estatutario para mejorar nuestro autogobierno, para reforzar la convivencia, para definir lo que queremos y como queremos ser en el futuro.
Podemos, con voluntad política (y nosotros la vamos a poner toda) recuperar el acuerdo, el pacto entre diferentes que permita seguir construyendo este país entre todos y no unos contra otros.
En definitiva, podemos dejar atrás un pasado de división y enfrentamiento y abrirnos a un futuro de más bienestar, seguridad y confianza.
Los socialistas representamos hoy la esperanza de cambio de una buena parte de la sociedad vasca, que está harta del cuento de nunca acabar en que Ibarretxe y sus socios del tripartito han convertido la política en Euskadi.
Representamos la esperanza de cambio para miles de ciudadanos y ciudadanas que quieren que el debate político de este país deje a un lado la cuestión identitaria y se convierta en un intercambio constructivo de propuestas para solucionar los problemas reales de la gente.
Representamos la esperanza de cambio para toda la gente que antepone los derechos individuales de las personas a los derechos colectivos que tanto obsesionan a algunos.
La gente que cree que todos los vascos somos iguales y que, por lo tanto, debemos disfrutar de las mismas oportunidades, sea cual sea nuestro sentimiento de pertenencia, la lengua en que nos expresemos o nuestra ideología.
La gente que cree que ya está bien de buscar enemigos externos; que es hora de solventar en casa nuestras diferencias por métodos democráticos, y sin que nadie intente saltarse la legalidad.
Que es hora de mirar hacia adelante y de aprovechar al máximo las potencialidades que nos da nuestro autogobierno; incluso para mejorarlo y actualizarlo veintinueve años después de la aprobación del Estatuto de Gernika.
Yo creo que esta sociedad se merece una oportunidad. Diez años de Ibarretxe son demasiados y creo sinceramente que Euskadi y su gente se merecen otra cosa.
Este país se merece que abramos un nuevo tiempo político, con un Gobierno Vasco renovado, que reconozca el valor de nuestro autogobierno estatutario y de todos los frutos que hemos extraído y seguiremos extrayendo de él para impulsar nuestro progreso y bienestar.
Este es, compañeros y compañeras, el reto que tenemos por delante. Este es el reto que sólo los Socialistas Vascos estamos en disposición de afrontar.
Y para ello, como os decía al principio, queda lo más difícil, pero estamos haciendo una precampaña y haremos una campaña moderna y dinamizadora. Ofreciendo argumentos y propuestas. Presentando nuestro modelo de país y así seguiremos hasta el día de las elecciones.
Estamos impulsando una amplia red de apoyo a nuestras candidaturas, porque sabemos que hay mucha gente, más que nunca, que sin estar afiliada al Partido Socialista, está dispuesta y quiere trabajar por el cambio y la alternancia.
Estamos innovando y aprovechando las nuevas tecnologías para conectar con la ciudadanía, para informar y, también, para recibir sus propuestas.
Pero tener por seguro que la mejor herramienta, el mejor instru-mento, el mejor activo de nuestra campaña sois vosotros, sois vosotras y es la militancia de este partido. Por eso quiero pediros un gran esfuerzo de aquí a las Elecciones. Para llegar hasta el último rincón de Euskadi. Para que no quede pueblo, municipio, ciudadano o ciudadana, sin conocernos, sin saber que proponemos y como respondemos a sus necesidades.
Esa será la única forma de hacer posible el cambio que queremos. No hemos llegado hasta aquí para flaquear ahora y se que no lo vamos a hacer.
Mientras otros se pelean porque van juntos o separados, nosotros seguimos avanzando unidos. Mientras otros esconden sus vergüenzas nosotros aireamos nuestros proyectos.
Mientras otros esconden a su candidato, nosotros decimos: aquí estamos.
Estamos dispuestos a liderar el cambio de rumbo que demanda el país, y confiamos en la sociedad vasca: en sus energías internas, en su dinamismo, en su capacidad de iniciativa, en su apertura mental, en sus potencialidades para entenderse.
Confiamos en una sociedad que demanda la defensa de valores progresistas y de principios éticos, como punto de partida para construir un país alegre, acogedor, solidario. Un país en el que merezca la pena vivir.
Y tenemos plena conciencia, además, de que nuestra unidad es nuestra fuerza. De que cada vez que nos descalifican, cada vez que dicen que no somos de fiar o que ponen en duda nuestra condición de vascos, no hacen más que demostrar la debilidad de sus argumentos y su carácter excluyente.
Para ellos un Socialista Vasco no puede ser Lehendakari. Como mucho, delegado del Gobierno. Como si, en lugar de ser vascos, los socialistas perteneciéramos a otra galaxia.
Como si no estuvieramos aquí desde hace 122 años trabajando día a día para mejorar la vida de los hombres y mujeres de esta tierra. Como si no hubiéramos peleado por la libertad y arriesgado nuestra seguridad en la defensa de las libertades de todos los vascos, por la que incluso han perdido la vida muchos compañeros nuestros.
Si estos son sus argumentos, es que vamos bien. Es que están perdiendo los nervios y ese es el primer paso para perder el poder.
Termino ya. Las viejas estrategias de división y enfrentamiento han fracasado y es el momento de cambiar de rumbo.
Es el momento de unir al país y de cerrar viejas heridas. Y yo me propongo unir a la sociedad vasca, fomentando lo que nos une y no lo que nos separa.
Es el momento de apostar por la libertad plena. Y yo me propongo hacer de la libertad y del combate al totalitarismo una prioridad de mi Gobierno.
Es el momento de apostar por la Euskadi real, y yo me propongo hacer del diálogo con los agentes sociales un instrumento estratégico para hacer frente a la crisis económica.
Es el momento de mirar al futuro, y yo me propongo poner al día el Estatuto para que Euskadi pueda enfrentarse con éxito a los desafíos de la modernidad.
Es el momento, amigos y amigas, de la esperanza, y no del miedo. Y yo os animo a que sigáis trabajando, con más tesón aún, con más determinación, con más alegría, con más entrega, para que la esperanza se abra al fin paso entre nosotros.
Juntos daremos cuerpo a esta esperanza. Juntos haremos posible el cambio que la sociedad vasca nos reclama. Juntos podemos. Juntos vamos a recorrer el camino más importante, el que nos lleve a Ajuria Enea.
Así que, ánimo y adelante.