El Partido Socialista considera que el Gobierno vasco, a través de la Secretaría de Paz y Convivencia,  trata de desnaturalizar y difuminar el Mapa de la Memoria de las víctimas del terrorismo con los Retratos Municipales que está publicando, y que comprenden a otro tipo de víctimas de cualquier forma de violencia de motivación política. Una tendencia que se confirma con la presentación, ayer, del informe referido a los 128 municipios vascos donde se produjeron víctimas mortales entre 1960 y 2010, que sigue a los ya elaborados sobre las tres capitales.

En este sentido, el PSE-EE recuerda que el Mapa de la Memoria, impulsado en 2009 en aplicación de la Ley de Víctimas del Terrorismo, tenía una finalidad muy clara: Situar y recordar en la geografía vasca los lugares donde el terrorismo -el de ETA principalmente y los otros terrorismos- causaron víctimas mortales, para construir una memoria clara de lo que ha ocurrido en nuestro país. Un objetivo que, en su opinión, se desdibuja con los Retratos Municipales de Vulneraciones del Derecho a la Vida, que viene publicando la Secretaría de Paz y Convivencia para elaborar ese mapa, y que incluye víctimas mortales como consecuencia de excesos de las Fuerzas de Seguridad del Estado y otras cuya autoría es confusa.

Los socialistas consideramos que todas las víctimas de la violencia deben ser reconocidas y atendidas. Pero, para una política de memoria digna de tal nombre, es muy mala práctica mezclarlo todo. El lehendakari afirma que no se pretende equiparar a las víctimas, pero es lo que se hace en la práctica, diluyendo la violencia específicamente desarrollada en Euskadi –el terrorismo de ETA y los terrorismos que intentaron combatirlo criminalmente- en un magma de violencias que darían cuerpo a la tesis del conflicto político.

El Mapa de la Memoria, que pretendía originalmente que los ayuntamientos vascos recordaran con una placa o un monolito los lugares donde el terrorismo arrebató una vida, está quedando desnaturalizado, en opinión de los Socialistas Vascos, con el nuevo enfoque derivado del Plan de Paz y Convivencia de Jonan Fernández. Se pretende una memoria con la que todos estén cómodos, las víctimas y quienes apoyaban o justificaban a los victimarios, y eso no es sólo imposible, sino una tergiversación de la historia.