BILBAO

MÁXIMA CAUTELA. Es lo que pide y de lo que pretende hacer gala el secretario general del PSE-EE, Patxi López (Portugalete, 1959), por considerar que es el mejor servicio para el avance del proceso en marcha. Aunque las servidumbres de una sociedad mediática obligan a conceder entrevistas de cuando en cuando, el líder socialista se sentiría más cómodo en este momento trabajando bajo la premisa de la discreción absoluta.

Por si fueran pocas las complicaciones, el TSJPVactúa contra el lehendakari por haberse reunido con Batasuna.
¿No hay respiro para el proceso?

Es preciso analizar esta cuestión en dos planos diferentes. No me gusta la noticia de que el lehendakari va a tener que ir a declarar porque perturba el clima de tranquilidad que necesitamos ahora. No obstante, aunque las decisiones de la Justicia sean criticables, tampoco me parece de recibo que un Gobierno que debería dar ejemplo, que tiene que educar a los ciudadanos en el respeto a la separación de poderes y a las resoluciones judiciales, diga que lo ocurrido no va a salirle gratis al TSJPV. Es una salida de tono absolutamente inaceptable en un Estado democrático.

Usted se reunió con Batasuna con la aquiescencia del juez Garzón. ¿Hay distintas varas de medir?

Tengo una denuncia pendiente como consecuencia de la reunión. Por eso, yo puedo criticar la decisión del Tribunal Superior pero lo que no puedo hacer es decir que eso va a tener consecuencias. Hay que distinguir esos dos planos. En cualquier caso, no me agrada que el presidente de todos los vascos tenga que verse afectado por esta situación.

¿Qué consecuencias puede llegar a acarrear la creciente judicialización del proceso?

Lo que nadie puede pedir a la Justicia es que se paralice o que se declare en tregua, por entendernos, pero las leyes se tienen que aplicar tomando en consideración la situación de cada momento, como las propias leyes establecen. Estamos en situación de lograr la paz y la libertad, y la Justicia debería acompañar este proceso, evidentemente dentro de lo que marca la propia legalidad.

Hemos llegado al punto en que conociendo el nombre del magistrado de turno prácticamente se sabe cuál va a ser la orientación de las resoluciones judiciales...

Es verdad que hay muchas decisiones que se pueden prever en función no tanto del magistrado como de la composición de los diferentes órganos judiciales pero ése es el sistema que tenemos. En todo caso, es un sistema que puede ser modificado para que actúe de manera más independiente y ojalá esto se produzca en el futuro. Mientras tanto, a los responsables públicos nos corresponde respetar las resoluciones judiciales.

Bajo estos nubarrones, todo indica que el diálogo político avanza. ¿En qué fase están?

Habíamos advertido de que esto iba a ser largo y difícil, y así está siendo. Estamos intentando que la política ayude al avance del proceso de paz. No hay nada por lo que podamos decir que estamos peor que hace unos meses. Hace escasos días el propio presidente del Gobierno señaló que el proceso avanza, aunque con más lentitud de la que algunos creían.

¿No les está ganando Batasuna la partida mediática? Parece como si estuviera condicionando el proceso con una mayor firmeza de la prevista inicialmente...

***Foto2***Es posible que Batasuna esté intentando trasladar esa sensación. Sus dirigentes se dedican a hacer declaraciones todos los días mientras que los demás somos bastante más prudentes y discretos. Quieren vender a su mundo que no se rinden ni traicionan sus principios sino que están logrando cosas. Lo que a mi me importa es que los principios básicos, que la hoja de ruta del proceso continúe inalterable. Que no se muevan los márgenes de los principios democráticos y del Estado de Derecho. Y eso, desde luego, va a permanecer inalterable hasta el final.

¿Mantienen abiertos los canales de diálogo con Batasuna?

Hablamos con los partidos democráticos para hacer posible que el escenario de diálogo necesario en el País Vasco fructifique.

¿Dan por descontado que la izquierda abertzale ilegalizada estará en las elecciones de mayo?

Cuando estamos hablando de un objetivo tan importante como el de lograr la paz y la libertad, como el de conseguir un escenario de diálogo político que defina un marco de convivencia entre todos los partidos, no debemos hacer cálculos electorales, ni siquiera en lo que respecta a la participación de unos u otros.

Si no estuvieran en los comicios, el proceso no es viable...

La izquierda abertzale tiene que saber que para participar en política y en unas elecciones tiene que asumir los principios democráticos y el Estado de Derecho. A ellos les corresponde decidir. No se les exige nada que no se exija al resto de partidos.

¿Cree que están con esa disposición?

Espero que sí. Me gustaría que estén en las próximas elecciones porque eso significaría que, efectivamente, estamos evolucionando en la buena dirección.

¿El Gobierno español dará algún tipo de garantía a Batasuna antes de dar ese paso?

Quien formula esa posibilidad parte de un error de concepto. En un país democrático no es el Gobierno el que decide quién es legal o ilegal. Lo deciden los tribunales. Eso es así y así seguirá siendo. Quienes quieran dar ese salto histórico de pasar de la connivencia con la violencia a integrarse en el sistema democrático no debieran tener obstáculos para hacerlo, sino que se debería ayudar para hacer posible ese recorrido. Esto ya venía recogido, incluso, en el Pacto de Ajuria Enea.

¿La kale borroka es un termómetro de la evolución del proceso?

Tiene que desaparecer porque es radicalmente incompatible con la política. Para que esto avance, tiene que cesar.

Sin embargo, parece que las cosas se mueven a nivel político incluso mientras persiste la violencia callejera...

Los partidos democráticos tenemos muy claro que la política se hace con el único instrumento de la palabra y cada uno con su parte de razón. Todo aquel que crea que con la kale borroka puede presionar o condicionar la actitud de los partidos se equivoca de parte a parte. Es todo lo contrario.

Imaz aludía a una fórmula similar a la del Concierto Económico como punto de encuentro para el acuerdo político. ¿Lo ve factible?

Lo que hay que buscar es una fórmula que nos permita integrar desde el respeto a la pluralidad de las ideas y de los sentimientos. No sirve la acumulación de fuerzas nacionalistas, ni lo contrario. Hay que esforzarse para lograr el consenso, recuperando los pactos entre diferentes que nos definen como comunidad política.

¿Bajo que fórmulas?

Tenemos diversas fórmulas para entendernos, pero tienen que cristalizar siempre bajo la fórmula del consenso. Hará falta mucha voluntad política, abandonando las posiciones maximalistas.

¿Están ya en el detalle de todas estas cuestiones?

Lo primero es definir las condiciones y los condicionantes de la mesa. El cómo, el cuándo, el por qué y el para qué tienen que nacer del consenso. Estamos en eso.

Parecía que esta fase estaba superada...

Todavía hay que amarrarlo bien. Se trata de cuestiones básicas que pueden hacer posible que el foro avance con éxito. El consenso y, si es posible, la unanimidad deben ser los instrumentos para dar pasos.

¿Debemos abandonar la expectativa de que los primeros acuerdos lleguen en otoño?

Hemos llegado a la conclusión de que no se deben poner plazos, ya que lo importante es llegar al escenario que nos interesa. Poner plazos, que no sabemos si se podrán cumplir, no es bueno y genera frustraciones.

¿En cualquier caso, estamos hablando de pocos meses, no?

Sí, claro.

¿La foto de la mesa será sinónimo de acuerdo?

No, habrá que seguir hablando.

Llevan ya muchos meses haciéndolo...

Sí, pero los hemos dedicado a derribar muros de desconfianza que se habían generado en este país en los últimos años, cuando la política se hacía sólo desde la confrontación. Había que generar climas para empezar a adoptar decisiones.

¿Lo han logrado?

Sí, hay un diálogo político muy fluido entre los partidos democráticos.

¿Habrá punto de encuentro sobre el derecho a decidir?

Desde nuestro punto de vista llevamos ejerciendo el derecho a decidir desde que se instauró la democracia. Hemos desarrollado este país de una manera muy importante gracias a las decisiones que se han ido adoptando durante este tiempo. Tenemos derecho a decidir, como cualquier comunidad política, en el ámbito de nuestras competencias. No entendemos el derecho a decidir como los nacionalistas, porque no podemos decidir en lo propio y lo ajeno, lo que nos corresponde a nosotros y lo que corresponde al resto de españoles. Habrá que buscar acomodo a estas concepciones del derecho a decidir. Este puede ser un primer debate en la futura mesa de partidos, pero en Europa hablar de soberanías exclusivas y excluyentes no tiene sentido.

Y, para el PSE-EE, ¿cabe hablar de alguna clase de cosoberanía?

Hay ámbitos de decisión compartidos y compatibles, y cuando nos hemos movido en este terreno es cuando mejor nos ha ido.

¿Hablamos de que defenderán una única soberanía y dos ámbitos de decisión?

Eso es.

¿Cabe esperar la creación de un Órgano Común permanente de colaboración con Navarra en función de los resultados de las elecciones forales?

Eso ya se hizo en el pasado y a mi no me asusta en absoluto. Al revés. No entiendo por qué no podemos tener ese tipo de órgano con los navarros, o con otras comunidades, si tenemos problemas comunes. En cualquier caso, según indica su propio ordenamiento, los navarros serán y harán lo que quieran. Intentar influir o condicionar lo que quieran hacer los navarros perjudicará los intereses de quienes desean el tipo de colaboración al que he aludido.

¿Usted apuesta por ella?

Sí. Pusimos en marcha el Órgano Común cuando gobernaba el PSN en Navarra y el PSE en Euskadi y seguimos apostando por esa fórmula.

Ahora el PSN es más reticente...

He oído al PSN y a su candidato a la presidencia del Gobierno foral que quieren ser parte de la solución. No les he visto cerrados a ninguna posibilidad.