Resolución sobre el modelo territorial
El ataque de los nacionalismos a la convivencia común y a la Constitución, apostando por políticas secesionistas; el rebrote de neocentralismo español, que busca recortar las competencias de las Comunidades Autónomas; y la crisis económica, que fomenta populismos deslegitimadores del sistema democrático, nos obligan a los Socialistas a hacer una defensa firme de la democracia y el autogobierno.
Los nacionalismos, especialmente el catalán, se han quitado la careta y han dado un salto en el vacío hacia la independencia, tratando de ocultar los recortes que están aplicando a los servicios y su incapacidad para encauzar los problemas de la sociedad catalana.
El nacionalismo vasco, que nunca ha renunciado a forzar ese camino, sigue en su línea de deslegitimación del sistema constitucional, a la espera de mejores tiempos para plantear el órdago secesionista.
A su vez, los neocentralistas españoles, agrupados en torno al PP, están aprovechando este envite nacionalista para sacar del cajón su propio nacionalismo, planteando la recentralización de competencias en manos de las comunidades autónomas y la deslegitimación del Estado autonómico.
Todo esto, unido a la profunda crisis económica que estamos padeciendo, sin que se presente ninguna salida a la ciudadanía, se ha convertido en un caldo de cultivo para posiciones populistas que pretenden desprestigiar los avances del Estado de las Autonomías y nos está llevando a un choque de trenes que los Socialistas haremos todo lo posible por evitar.
La derecha se está aprovechando de la actual situación económica para imponer sus principios ideológicos y está impulsando una ofensiva para acabar con los servicios públicos y las política sociales. Por eso, los Socialistas Vascos, en lugar de enredarnos en un debate propiciado por los nacionalistas, debemos hacer nuestra propia propuesta a la ciudadanía.
No se trata de discutir cómo se trocea el Estado común o plantear un Estado centralista. Para las personas de izquierdas el modelo territorial no es un fin en sí mismo, sino el ámbito donde desarrollar nuestro proyecto de libertad, igualdad y solidaridad.
Los Socialistas pensamos que lo que mejor garantiza estos objetivos es el modelo federal.
Y la primera afirmación que queremos hacer es que propugnamos un Estado de la ciudadanía, que esté controlado por la ciudadanía y que defienda:
- La libertad: para todas las personas.
- La igualdad: como guía de la acción política.
- La solidaridad: como elemento constitutivo de la unidad social.
- El autogobierno: como fórmula para que cada persona pueda construir su propia vida y para que cada sociedad con relaciones particulares pueda desarrollar su propio proyecto de futuro.
- Y la seguridad vital.
La libertad:
El modelo de Estado que proponemos debe garantizar la libertad para todas las personas, sean del origen que sean, tengan las creencias que tengan, independientemente de su ideología o de su identidad personal.
La igualdad:
La igualdad es el gran principio que debe guiar la acción política de los Socialistas, como objetivo final y como camino para organizar los servicios y las necesidades básicas de la ciudadanía.
El modelo de Estado que proponemos debe garantizar la igualdad de oportunidades de la ciudadanía, creando los servicios públicos necesarios para que los hijos de los más humildes tengan las mismas oportunidades ante la vida que los hijos de los más pudientes.
Pero con crear servicios públicos para garantizar la igualdad de oportunidades no es suficiente. El modelo de Estado que defendemos los Socialistas debe tomar medidas y aplicar políticas públicas para reducir la desigualdad material entre personas y grupos sociales, tendiendo a una mayor igualdad en los medios de vida de la ciudadanía.
La solidaridad:
Para los Socialistas Vascos la solidaridad es el nexo de unión de una sociedad. Pertenecemos a la misma sociedad, nos sentimos miembros del mismo futuro compartido, en la medida que nos reconocemos solidarios entre todos.
Formamos una sociedad porque decidimos juntos nuestro futuro, porque somos solidarios entre nosotros y nosotras, tanto con nuestros coetáneos como con las generaciones futuras, porque la solidaridad intergeneracional es lo que le da continuidad al proyecto colectivo.
Y la solidaridad tiene un valor de política píblica para los Socialistas Vascos. No se trata de caridad personal. Se trata de algo constitutivo del modelo social. Por ello, debe ser el Estado el garante de que realmente se ejerza la solidaridad en la forma que el conjunto de la ciudadanía haya decidido.
El autogobierno:
La capacidad de las personas para decidir su propia vida es consustancial a la libertad y a la democracia. Pero el autogobierno tiene también otro componente colectivo: es la capacidad para que una sociedad determinada pueda adoptar decisiones diferentes a otra sociedad.
Los Socialistas defendemos el autogobierno como uno de los principios legitimadores fundamentales del Estado compartido, por el que apostamos y que consta de cuatro componentes esenciales.
- La voluntad y el compromiso de vivir juntos desde el respeto a la diversidad y a la legalidad democrática que nos hemos dado.
- La subsidiariedad: Es un principio de acción política que mejora la gestión de la cosa pública y pone más cerca de los ciudadanos y las ciudadanas decisiones que afectan a su vida.
- El reconocimiento de identidades diferentes: El autogobierno es un principio polÃtico que reconoce la diversidad de identidades. Pero esta diversidad es siempre de los individuos, no de los territorios. No hay territorios con identidad, pero tampoco, y es necesario recalcarlo, territorios donde sus habitantes tengan una sola identidad.
La cuestión no es que los vascos tengamos una identidad y el resto de españoles otra diferente. Lo que ocurre es que los vascos tenemos entre nosotros diferentes formas de entender el ser vascos, diferentes formas de identidad.
No hay territorios con una sola identidad diferenciada, pero sí hay comunidades políticas que tienen una forma especial de diversidad de identidades, como nos ocurre en Euskadi. Por eso nos hace falta autogobierno en Euskadi: para gestionar en libertad y a nuestra manera la diversidad de identidades de la ciudadanía vasca; no para homogeneizar y uniformar en una sola identidad a toda la ciudadanía. - El reconocimiento del hecho histórico: La creación de los Estados modernos es un largo proceso histórico, no es una creación de laboratorio. Y en este proceso ha sido necesario compaginar, unir y conjugar diferentes tradiciones y entidades políticas anteriores al sistema constitucional, pero reconociendo también los diferentes hechos históricos con los que se ha ido construyendo el Estado común.
El hecho histórico no es una fuente de derecho en sí. Nadie por nacer en un sitio u otro es portador de mayores derechos. Pero hay sociedades que se autorreconocen como comunidades políticas que han tenido (que hemos tenido) un camino diferente y propio. Es una realidad que el autogobierno asume y reconoce en la medida que tiene apoyo de al ciudadanía y respeta el sistema y la legalidad democrática.
La seguridad vital:
En la nueva modernidad, el mayor drama de los individuos es la inseguridad vital. Cada vez más las personas pierden todo control sobre su propio futuro, cada vez es más difícil que una persona pueda hacer una previsión razonable de su propia vida, lo que crea una enorme inseguridad vital y deja indefensos y aislados a muchos individuos.
Una de las funciones del Estado que proponemos es gestionar de forma colectiva las inseguridades personales. Porque nunca antes ha tenido tanta importancia el Estado como garantía de vida digna para las personas. Los individuos solos, sin control sobre su propio futuro, necesitan de forma desesperada “la cosa” pública como refugio y garantía.
Pero el Estado debe ser también el que gestione y dé sentido al esfuerzo colectivo para el progreso y el crecimiento económico. El relato neoliberal de la autonomía radical de la economía que se regula sola y avanza en la historia es una patraña que estamos pagando caro. El progreso material requiere del esfuerzo coordinado, colectivo y regulado de todos a través de la coordinación e impulso del Estado.