Resolución sobre Ética democrática
De un tiempo a esta parte la ciudadanía asiste perpleja a una sucesión de casos relacionados con la corrupción que nos obligan a dar una respuesta tajante desde la política. No es sólo un problema de apropiación ilícita de recursos económicos o patrimoniales, que evidentemente tiene que resolver la Justicia. Este rosario de escándalos está afectando de forma grave a nuestra democracia, al arrojar sospechas sobre los representantes de la ciudadanía y sobre el conjunto del sistema.
La corrupción es hoy el mayor peligro para nuestra democracia y por eso luchar de forma decidida contra ella es la mejor garantía de reforzarla.
Hay que recuperar el prestigio de la política. En un tiempo en que todo el sistema democrático padece un grave problema de descrédito, quienes ocupamos cargos de responsabilidad política debemos ser los primeros en no transigir con quienes hacen un uso ilegítimo de los recursos públicos.
Debemos plantear medidas urgentes y audaces, sí, pero sin caer en la demagogia, ni en el descreimiento populista de quienes consideran que todos los representantes políticos no son de fiar y que nuestra democracia es de baja calidad.
Ni todos los políticos son corruptos, ni todos los partidos somos iguales. Los Socialistas Vascos creemos en el noble ejercicio de la política y ello exige, en primer lugar, llevar a cabo una defensa férrea de nuestro sistema democrático, como expone la Ponencia Política de este Congreso, y una labor pedagógica en torno a la función de los partidos y su necesidad.
Como reza el artículo 6 de la Constitución los partidos políticos son “instrumento fundamental para la participación política”. Sin ellos ni hay pluralismo, ni hay democracia. Necesitamos unas organizaciones políticas fuertes y estructuradas; no a pesar del riesgo de corrupción, sino precisamente para evitar que prolifere la corrupción. Y para lograrlo, hay dos elementos imprescindibles:
- Una financiación transparente de los partidos, que les permita contar con recursos suficientes para desarrollar su actividad con eficacia, pero sometida a la transparencia, a los controles y a una constante auditoría pública.
- Una retribución adecuada de las personas que se dedican a la política, que sea pública y transparente y de la cual tengan que dar cuenta periódicamente estableciendo controles más rigurosos y eficientes.
Sin dignificación de la política, difícilmente habrá regeneración democrática. En este sentido, hacemos un llamamiento a todos los partidos para asumir un mínimo colchón ético y adoptar las reformas jurídicas y orgánicas dentro de cada partido al objeto de establecer un mayor control de toda la actividad política, tanto a nivel institucional como en el ámbito orgánico.