1- Introducción
1.1- Cuatro años históricos del Socialismo Vasco
Los Socialistas Vascos afrontamos este VII Congreso después de haber estado casi cuatro años al frente del Gobierno Vasco. Un hecho histórico por el que tantos Socialistas habían luchado y que por fin hemos conseguido con una acción de Gobierno que ha impulsado el cambio y la alternancia en Euskadi.
El Gobierno Socialista de Euskadi ha sido mucho más que un paréntesis en la historia de los gobiernos democráticos, en los que el PNV ha ocupado la Lehendakaritza. La gestión socialista marca un antes y un después, porque ha demostrado dos cosas: que no es cierto que sólo el PNV esté facultado para gobernar Euskadi y que el PSE-EE puede gestionar los intereses de la sociedad vasca con más eficacia y mayor espíritu de integración que el nacionalismo.
Pese a una coyuntura especialmente adversa en el ámbito económico y político, el PSE-EE ha cumplido de forma más que razonable los compromisos que asumió al formar Gobierno.
Hemos puesto en práctica las políticas que han servido para acabar con el terrorismo y consolidar la paz y la libertad. La política de firmeza y tolerancia cero, que ha defendido el Gobierno Socialista frente a la violencia, ha acelerado decisivamente el momento del fin de las actividades terroristas de ETA.
Hemos hecho frente a la crisis económica. Tras desterrar de la vida pública el clima de confrontación alimentado por el PNV en la etapa de Ibarretxe el Gobierno Socialista enfocó todas sus energías en orientar los resortes de la Administración Pública a resistir los embates de la recesión. Con el Gobierno Socialista, Euskadi ha aguantado mejor que su entorno la crisis.
Hemos defendido los servicios públicos como garantías de igualdad. El Gobierno Socialista no ha dejado a nadie desamparado, ha evitado el desmantelamiento de los servicios públicos y ha puesto en marcha las reformas necesarias para salvaguardar el Estado de Bienestar y racionalizar la estructura institucional de Euskadi.
Entre los logros del Gobierno Socialista Vasco debemos recordar el esfuerzo modernizador, el ejercicio de una mayor trasparencia administrativa, la desactivación de las pasiones identitarias, el impulso real de la tolerancia, así como la priorización de la sociedad del conocimiento.
El Partido Socialista ha sido un referente claro de defensa del Estado de Bienestar y ha mantenido, al igual que el Gobierno Socialista de Euskadi, una posición decidida a la hora de impedir los recortes de los servicios públicos. Y esta defensa de los servicios públicos, en una época de crisis económica, la hemos hecho defendiendo dos principios: la protección de las personas más débiles y el mantenimiento del autogobierno vasco frente a la invasión competencial de la Administración central.
Hemos defendido y prestigiado el autogobierno, cerrando transferencias pendientes y dejando atrás una época en la que los nacionalistas daban por muerto el Estatuto de Gernika.
Hemos hecho de la transparencia, así como de la participación de la ciudadanía en lo público, un estandarte de nuestra manera de gobernar. Hemos puesto la tecnología existente al servicio de la ciudadanía para facilitar su acceso a la administración.
Nuestra tarea de Gobierno ha sido fundamental para sentar las bases de la libertad y la convivencia en Euskadi. Hemos acabado con los espacios de impunidad que dominaban quienes apoyaban y justificaban el terrorismo y hemos dado un fuerte impulso a las políticas relacionadas con la reparación de las víctimas siguiendo criterios de memoria, verdad y justicia.
Hemos planteado debates y propuestas a las que el PNV y el PP no sólo se oponían hasta ahora, sino que ni siquiera querían entrar a discutir. Ahora, sin embargo, cuestiones fundamentales para el futuro de Euskadi, como la fiscalidad, la necesidad de emprender profundas reformas en nuestro entramado institucional y la asunción del mantenimiento de los servicios públicos como una condición sine quanon para garantizar seguridad e igualdad ocupan un espacio central en el debate político.
Hemos propiciado un modelo económico empresarial y un mercado más abierto y competitivo abriendo oportunidades a nuevas iniciativas y actores empresariales sobre la base del mérito por encima de cualquier otra consideración, tratando de terminar con redes clientelares y posiciones privilegiadas.
La valoración globalmente positiva de la gestión del PSE-EE en el Gobierno no puede desconocer, sin embargo, el balance de estos cuatro años en términos electorales y de presencia institucional.
No se han visto cumplidas nuestras expectativas electorales, ni hemos logrado extender suficientemente la red social del PSE-EE en la comunidad autónoma, superando el poderoso hándicap que ha supuesto el terrorismo. Además el distanciamiento del electorado progresista producido en la etapa final del Gobierno del PSOE en España y el malestar social por la crisis han lastrado los resultados obtenidos en las urnas, tanto en las elecciones municipales y forales como en las generales de 2011 y las recientes autonómicas del 21 de octubre pasado.
Pero además a nadie se le escapa que la crisis económica ha provocado un enorme desgaste electoral a casi todos los gobiernos, fueran del signo que fueran, que han tenido que confrontar su gestión con las urnas.
Asimismo la pérdida de credibilidad política afecta especialmente a las opciones y partidos de izquierda ya que se renuncia a la política como instrumento de transformación que puede mejorar la sociedad frente a fuerzas económicas arbitrarias e incontrolables
Por otra parte, aunque el acuerdo alcanzado con el Partido Popular vasco en 2009 era imprescindible para responder con un Lehendakari Socialista a las demandas de cambio que se había producido en Euskadi, este mismo acuerdo ha incomodado a un segmento importante de nuestro potencial electorado que no llegó a asumirlo.
También tenemos en cuenta que la legalización del nacionalismo radical de Euskadi y su participación electoral ha producido una fuerte recomposición del esquema político vasco que ha tenido como consecuencia un nuevo reparto de escaños en el que, por decisión de la sociedad, EH Bildu ha obtenido un respaldo electoral.
En todo caso, no podemos refugiarnos en este contexto claramente adverso para edulcorar la realidad de nuestro Partido. Por el contrario, el reconocimiento de esa situación y de las circunstancias en las que nos movemos tiene que ser el punto de arranque para definir el proyecto renovado que debemos ofrecer a nuestra sociedad. Una sociedad a la que tenemos que acercarnos con el fin de que vuelva a sentirse plenamente identificada con los valores y principios de la izquierda progresista a la que representamos, siendo nuestro partido un instrumento fundamental de cambio.
Este Congreso debe ser la plataforma de despegue el PSE-EE para recuperar el papel referencial en la izquierda que siempre ha tenido en Euskadi, dotándonos de un proyecto socialdemócrata y socialista renovado, útil y atractivo para una sociedad cambiante. Debemos ser capaces de articular una respuesta clara a los nuevos y concretos problemas que vivimos en la sociedad actual.