4- Modelo Político - Institucional
4.2- El estado de la ciudadanía
4.2.1- El modelo de Estado
El nuevo siglo está viniendo acompañado por una revisión del modelo de Estado. Revisión que se produce por diferentes razones, pero que afectan de forma conjunta a la concepción del Estado mismo.
Hoy en los países europeos ha crecido la ambigüedad de lo que realmente es el Estado. Por un lado, los Estados están cediendo soberanía por causa de la integración europea y, por otro, esos mismos Estados se están viendo obligados a hacer frente a iniciativas secesionistas de distinto rango.
En los países con movimientos nacionalistas, éstos tratan de deslegitimar el Estado compartido existente, planteando la dicotomía entre nuevo Estado nacionalista y Europa como el único paradigma válido.
Es la propia concepción de la identidad, entendida como rasgo común compartido por toda la ciudadanía, la que hace imposible la gestión en igualdad de una sociedad pluralista y de identidades diversas.
Además, a lo largo de estos últimos 30 años, en Europa se han ido posicionando Estados con políticas neoliberales que han ido renunciando al control de la economía, creando dos espacios paralelos: el espacio público regulado por el Estado y el espacio económico que no está sujeto a ningún control y que se ha convertido en la fuerza con mayor poder, enfrentándose a los propios Estados.
Tras haber gastado los estados miles de millones de euros del erario público en rescates bancarios; ahora les toca el control y el ajuste presupuestario a través del control del déficit público. Así, el control de la deuda soberana de los Estados constituye un instrumento de control sobre el gasto público más eficaz que cualquier medida legislativa.
La concepción neoliberal del Estado mínimo está dejando fuera de control a las fuerzas económicas -especialmente a las entidades financieras- y reduciendo los servicios públicos de carácter universal, abandonando a la ciudadanía a sus propias fuerzas.
Así, en las últimas décadas la aplicación de estas medidas neoliberales ha supuesto un fuerte incremento de la desigualdad, invirtiendo una tendencia sostenida del Estado de Bienestar. Mientras que el Estado de Bienestar ha ido reduciendo de forma significativa las bolsas de pobreza y marginalidad, en etapas más recientes, la tendencia ha sido la de aumentar la desigualdad y crear nuevas bolsas de pobreza, que creíamos desaparecidas.
Se trata de la constatación de que el mercado autorregulado es una utopía. Tal institución no podría existir durante largo tiempo sin socavar la igualdad social.
Esto ha supuesto un parón drástico de la movilidad social: hoy es mucho más difícil para los hijos de familias humildes ascender en su estatus que hace 30 años.
Y es ésta una realidad a la que los Socialistas debemos dar respuesta, a nivel europeo, pero también español y vasco.
El nacionalismo es un rasgo que se está convirtiendo en un lastre para asumir e integrar sociedades pluralistas con identidades diversas.
Las sociedades modernas son en sí mismas, y cada vez más, mixtas.
Los Socialistas Vascos defendemos el modelo de Estado Social y Democrático de Derecho, un modelo de Estado compartido y común, un Estado de los ciudadanos libres e iguales
La defensa del Estado compartido es consustancial a la existencia de las fuerzas políticas progresistas en España. Desde 1812, las fuerzas progresistas han podido ganar a la derecha defendiendo un modelo de Estado compartido vinculado a la defensa de la libertad, la igualdad del conjunto de la ciudadanía, la igualdad de derechos políticos y la igualdad de oportunidades.
Es un hecho que los progresistas no debiéramos olvidar nunca: que sólo desde la defensa del Estado compartido se puede buscar el apoyo de las fuerzas progresistas que sustentan en la igualdad y la solidaridad la construcción de las instituciones públicas.
El nacionalismo tiene una concepción del Estado en términos de poderexclusión. Para un nacionalista el Estado es, ante todo, el monopolio de poder para poder ejercer la exclusión del diferente. Por ello toda su estrategia e ideología se expresa en términos de poder y exclusión.
Por eso cuando hablamos de modelo de Estado los nacionalistas, de un signo y otro, y los Socialistas estamos hablando de cosas diferentes.
Ellos están hablando de repartir el poder, nosotros de garantizar la libertad e igualdad de la ciudadanía.
Ellos están hablando de utilizar el poder para modificar comportamientos sociales, de fomentar una única identidad, nosotros de fomentar la tolerancia hacia el otro, de garantizar la libre identidad de cada uno.
Ellos hablan de dar todo el poder a los territorios (y como los territorios no pueden hablar los nacionalistas se autodenominan representantes exclusivos) y nosotros hablamos de recuperar el poder para la ciudadanía.
El Socialismo Vasco no puede permitir que se olvide que los progresistas tenemos apoyo ciudadano y electoral cuando defendemos valores y principios universales y defendemos, asimismo, el Estado compartido como ámbito de solidaridad y progreso.
Lo que tenemos que hacer es plantear el debate con nuevas categorías: cada vez que utilizamos en el debate categorías nacionalistas no podemos salir del laberinto. Es verdad que para una parte de la población las categorías nacionalistas centralistas al viejo estilo siguen teniendo fuerza, pero nunca podrán aglutinar a las bases progresistas.