4- Modelo Político - Institucional
4.2- El estado de la ciudadanía
4.2.3- La libertad
Defender el Estado como garante de la libertad de las personas y no como monopolio de poder nos permite entablar un debate radicalmente diferente con el nacionalista.
Debemos enfrentar al Estado nacionalista, el “Estado de los ciudadanos”.
Si cogiéramos todos los debates sectoriales, todas las propuestas de todo tipo del nacionalismo y buscáramos las respuestas no con la pregunta “¿quién tiene el poder?” sino con la pregunta “¿quién defiende la libertad y la igualdad de la ciudadanía?”, estaríamos planteando unas soluciones radicalmente diferentes y veríamos que muchas de las cuestiones en la que llevamos años encerrados no tienen sentido desde la izquierda y el progresismo.
Y desde esta perspectiva del Estado como garante de los derechos, los Socialistas Vascos reivindicamos “el derecho a la libre identidad individual” frente a “la construcción nacional” y “el derecho a decidir colectivo”.
Plantear el Estado como garante de derechos personales y guardián de la igualdad de todos, poniendo límites a las decisiones colectivas además de facilitarnos la relegitimación de la democracia desde el discurso de la libertad y los derechos- le plantea al nacionalismo un problema que no puede solucionar desde planteamientos democráticos.
Los Socialistas Vascos debemos hacer un esfuerzo en no enfrentarnos al nacionalismo con sus mismas categorías (como hace el PP) sino con un discurso basado en otros valores y categorías políticas.
Es desde la defensa de la libertad de identidad individual desde donde cobra sentido el autogobierno como espacio de convivencia democrática entre diferentes con iguales derechos.
Así, frente a la nacionalización forzosa en comunidades nacionalistas, los Socialistas Vascos reivindicamos el derecho a la pluralidad identitaria.
Para los Socialistas el Estado no es una entidad que impone modelos de vida sino que defiende las formas diferentes de modelo de vida de la ciudadanía.
La identidad es algo que no se puede votar en el Parlamento, como no se puede votar la religión de la ciudadanía.
La garantía de la libertad no es la mayoría, sino la seguridad de que nadie, ni siquiera la mayoría, va a poder imponer nunca a la totalidad de la sociedad su forma de entender la vida, la religión o la identidad.