5- Modelo Socioeconómico
Los Socialistas Vascos cuando hablamos del Estado de Bienestar nos referimos a un modelo social global; a un modelo de servicios públicos, a un modelo de relaciones sociales y representación política y a un modelo económico puesto al servicio de la sociedad.
Hablar de ideales políticos, de propuestas que reivindican valores como elementos para fundar la convivencia ciudadana puede parecer un anacronismo. Pero en estos últimos años el debate de las ideas, como si fueran tan sólo buenos deseos que no pueden modificar la realidad, ha sido relegado por la gestión fría de datos y cifras, de decisiones adoptadas en función de las necesidades de los mercados y no de la ciudadanía. La gestión pública se ha convertido en una improvisadora de actuaciones según demanda la realidad económica, y frente a la que no podemos más que aceptar su marcha imparable. Una realidad omnipotente que ha hecho que los poderes públicos abandonen la defensa del estado de bienestar y por ende de la ciudadanía.
La economía ha adoptado el rol que la naturaleza tenía para las sociedades primitivas: algo externo a la voluntad de las personas y que se impone con sus propias leyes, sobre lo que no se puede influir y que únicamente se puede tratar de adivinar sus movimientos para adaptarse como mejor pueda.
Los Socialistas Vascos queremos, reivindicar la economía como una actividad humana, plenamente humana. La economía es algo que hacemos las personas, no es algo que sucede de forma independiente y, por tanto, está sujeta a las decisiones colectivas y supeditada a los intereses generales de la sociedad.
Los que reivindican desde el neoliberalismo la total autonomía de la economía, han conseguido usurpar la capacidad de control de la sociedad para dejar las decisiones en manos de unos pocos. La economía es la suma de decisiones de personas o de empresas que tienen poder sobre elementos fundamentales de la misma. Las manos invisibles a las que se refiere Adam Smith tienen dueños, que se han sustraído a las decisiones colectivas de las sociedades democráticas
Si uno de los elementos que mayor incidencia tienen en la vida social, en nuestra calidad de vida, en nuestras opciones de decidir de forma autónoma nuestra propia vida no está sujeto a la decisión colectiva, hemos hurtado a la democracia una de sus bases más importantes.
El argumento de los hechos es siempre el argumento de los fuertes.
Durante los últimos años las tesis neoliberales han sido difundidas de forma masiva y han logrado ser asumidas por mucha gente como verdades auto demostradas. Se han aplicado políticas desreguladoras que han dejado las manos libres a los poderes económicos y especialmente a la economía financiera.
Se evidencia de este modo lo que el economista John Kenneth Galbraith bautizó como “la economía del fraude inocente” que no es otra cosa que la metabolización de los mitos del mercado: como que las grandes corporaciones empresariales trabajan para ofrecer lo mejor para los ciudadanos, que la economía se estimula si la intervención del Estado es mínima o que las diferencias salariales y el enriquecimiento de unos pocos son subproductos del sistema que hay que aceptar como males menores.
Pero es hora ya de hacer balance, de comprobar a qué nos ha conducido estas políticas neoliberales. Porque la verdad abrumadora es que las sociedades democráticas occidentales están en estos momentos retrocediendo en sus conquistas. A lo largo de la historia, la política económica ha ido a menudo en sentido contrario al bienestar económico colectivo
La desigualdad en la distribución de la riqueza está adquiriendo niveles insoportables en amplios colectivos.
Los datos estadísticos de PIB global no pueden ocultar que el progreso ha sido costeado por la marginación y miseria de muchos. Wilkinson y Pickett nos advierten de que “los problema de los países ricos no son la consecuencia de que estas sociedades no sean lo suficientemente ricas, sino de que las diferencias materiales entre las personas, dentro de cada sociedad, son excesivamente grandes. Lo importante es qué posición ocupamos en la actividad económica en relación con los demás, dentro de nuestra propia sociedad”.
La crisis que estamos sufriendo en la actualidad no es solo económica, también de valores y el fracaso de un modelo económico y social, de una ideología impulsada por la derecha europea que ha fraccionado las sociedades modernas, que ha roto el vínculo social, dejando al individuo aislado Es el ejemplo claro de que dejar sin control a los poderes económicos crea desigualdades, división social y termina poniendo en riesgo todo el sistema democrático.
Estos últimos 30 años han sido de un crecimiento exponencial de la población, del consumo desaforado de recursos y de rentas improductivas basadas en sistemas financieros contrarios a los intereses sociales. Se trata de un modelo de crecimiento insostenible que ha terminado por poner en jaque al Estado Social y de Derecho y al Estado de Bienestar concebido en Europa como garantía de justicia, equidad, dignidad humana e igualdad de oportunidades. Se están creando nuevos espacios de marginación y pobreza que incluyen a las clases medias, poniendo en riesgo la cohesión social del conjunto de la sociedad
Pero el Estado del Bienestar no surgió sólo por generación espontánea; fue el resultado de decisiones colectivas impulsadas por movimientos de izquierdas. Fueron acuerdos políticos generalizados que optaron por definir un modelo social de progreso compartido. El Estado de Bienestar es un modelo social que pone al servicio de la gente los recursos públicos y la economía que funciona con la colaboración y el esfuerzo colectivo.
Debemos seguir recordando que el Estado de Bienestar con sus servicios públicos e igualdad de oportunidades no generó pobreza, como algunos nos quieren hacer creer en la actualidad, para imponer medidas de recorte de derechos y servicios. Ha sido el sistema que mayor nivel de progreso y para más gente ha proporcionado en toda la historia conocida.
No hay época histórica en la que mayor número de pobres han dejado de serlo. No hay época histórica en la que las personas han tenido mayor igualdad de oportunidades.
Pero en la actualidad, la esperanza de la ciudadanía en mejorar su futuro se ha debilitado: somos la primera generación que cree que nuestros hijos vivirán peor que nosotros, como si estuviera terminando una época en la que habíamos llegado a ser relativamente felices y viniera otra llena de amenazas y catástrofes que nos conduce al miedo, a la pérdida de la esperanza, a la resignación, y por consiguiente a la perpetuación del poder por los poderosos.
Hoy, en la medida de que se está desmontando el Estado de Bienestar, los servicios públicos y la garantía de la igualdad de oportunidades se desmorona, pierde el nosotros y avanza el individualismo. Los ciudadanos están desorientados, no hay una fuerza que los motive, que encauce sus necesidades colectivas, que una sus esfuerzos para el bien común.
Tenemos amplios colectivos de jóvenes que creen que su futuro les ha sido arrebatado y que no tiene ninguna opción en el progreso.
Por ello, los Socialistas Vascos planteamos reivindicar la capacidad de la ciudadanía para decidir su propio futuro colectivo.
La política es el ámbito oportuno donde la ciudadanía pude recuperar el control de las fuerzas económicas que están actuando al margen de todo control.
La política es el lugar desde donde podemos y debemos plantear que la economía tiene que ser una actividad para generar riqueza colectiva y redistribuirla.
Es hora de renovar el gran pacto ciudadano entre personas, instituciones y agentes económicos con objetivos colectivos claros. Nos hacen falta instituciones democráticas y sociedades unidas y fuertes. Como dice Zygmunt Bauman el Estado de Bienestar es la última encarnación de la idea de comunidad. Después de los desastres causados por los nacionalismos que definieron la pertenencia por elementos identitarios, el Estado de Bienestar ha sabido crear una sociedad en la que las personas se sentían miembros de la misma aventura. Pertenecientes a un “Nosotros” solidario que creaba progreso y aportaba confianza en el futuro.
Es hora de recuperar desde la izquierda y el progreso los valores sociales del esfuerzo compartido, la solidaridad interna y la confianza en el futuro.
El neoliberalismo sólo nos ha traído la ostentación obscena de la riqueza lograda sin esfuerzo. Un sistema en el que se enaltece la especulación como fruto del ingenio, en el que se vende la economía de libre mercado como antídoto para todos los males del mundo.
El dejar exclusivamente en manos de la responsabilidad individual las posibilidades de cada uno es iniciar una cacería inmoral en la que sólo los más fuertes y crueles se quedan con la pieza.
Sabemos que el neoliberalismo ha fracasado. Sabemos que una sociedad dividida no puede ser solidaria. Sabemos que si no logramos definir tareas colectivas no es posible que los ciudadanos se sumen a la solidaridad común.
Por eso nuestro Partido y los pertenecientes a la socialdemocracia europea debemos impulsar medidas para adaptar la economía a un mundo globalizado y competitivo, renovando los proyectos y adecuándolos a las necesidades de una sociedad con profundos cambios. Porque somos los socialistas la única garantía de que Europa y España vuelva a la senda de crecimiento, sin perder los valores de igualdad y solidaridad sobre los que se ha construido, porque sólo desde la izquierda se podrá construir una Europa social y de ciudadanos.
Pero sabemos sobre todo, que la sostenibilidad del Estado del Bienestar no es sólo, ni sustancialmente, cuestión de números: es cuestión de decisión colectiva. Si decidimos que queremos, podemos mantenerlo y ampliarlo.
La decisión no es si hay dinero o no. La cuestión no es si queremos desmotar el estado o no.
La decisión que debemos adoptar es si queremos una sociedad en la que las personas puedan tener las mismas oportunidades. Si queremos vivir en una sociedad donde el mero hecho de nacer en una determinada familia suponga una condena perpetua a la pobreza o no.
Para eso hace falta trabajar. Y trabajar mucho. Y para eso queremos una ciudadanía unida, capaz de hacer esfuerzos hoy para garantizar progreso mañana. La sociedad debe conocer con precisión los objetivos, plazos y beneficios reales que justifican los esfuerzos que se nos piden. En definitiva, hay mucho que preservar, y hay mucho riesgo en retroceder. Los Socialistas Vascos estamos comprometidos en defender la pervivencia del núcleo socialdemócrata, el modelo que ha generado sociedades avanzadas, cohesionadas, inclusivas, y que ha ofrecido a sus ciudadanos y ciudadanas un conjunto amplio de derechos sociales. La redistribución a través del Estado del Bienestar es la manifestación material del ideal de justicia social que caracteriza a la socialdemocracia