El PNV, ganador de las elecciones autonómicas a once escaños de la mayoría absoluta del Parlamento Vasco, decidió desde el principio por gobernar en solitario, confiando en que el resto de fuerzas de la Cámara, por responsabilidad o por incompatibilidad ideológica de la oposición les facilitáramos la gobernabilidad del país. El PNV optó por la salida más cómoda para sus intereses partidarios en lugar de buscar lo más conveniente para los intereses de Euskadi y de la economía. Cuando hace casi 4 años un Gobierno Vasco sustentado en 25 parlamentarios era débil, ahora uno sustentado en 27 parlamentarios lo consideran suficiente.

Por el contrario, creemos que lo que está demandando nuestra sociedad y el momento actual es un Gobierno fuerte, con un programa de prioridades claro, sostenido sobre una mayoría parlamentaria amplia y estable, y decidido a abordar las reformas estructurales que necesita Euskadi. Esta agenda y los desafíos que proyecta la crisis no pueden ser gestionados por un Gobierno minoritario con un ejercicio constante de geometría variable.

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